Los voluntarios vuelven mañana a equiparse con gafas de buceo y tubo para prospectar la densidad de nacras del Mar Menor, «una información fundamental para conocer la situación real de esta especie en peligro crítico de extinción y analizar su evolución», detalla Francisca Giménez Casalduero, profesora de la Universidad de Alicante y miembro del equipo de crisis del Ministerio. Será en La Manga, junto a la escuela de vela El Galán, la tercera y última jornada del proyecto ‘La nacra en el Mar Menor, una responsabilidad histórica’.

Financiado por la Consejería de Medio Ambiente y liderado por la Universidad de Alicante y el Centro de Investigación Marina (Cimar), se ha llevado a cabo este año para concienciar a la población de la situación crítica de este bivalvo endémico del Mediterráneo, el segundo de mayor tamaño del mundo, y la importancia de su existencia y su conservación en la laguna marmenorense para la supervivencia de la especie. El proyecto, que comenzó con una serie de charlas divulgativas abiertas al público, se completa con estas acciones de voluntariado que permiten, mediante la ciencia ciudadana, conocer el estado de la población en el Mar Menor, un trabajo que, apunta Giménez Casalduero, tiene que llevarse a cabo en todo el litoral y que será el germen de un proyecto más amplio, aún pendiente de aprobación.

En torno a una veintena de voluntarios «de todas las edades y, en su mayoría, bastante concienciados», apunta Francisca, han participado en cada una de las dos primeras citas, llevadas a cabo en la costa de Lo Pagán y La Ribera, y han permitido a los participantes localizar nacras y registrar datos con metodología científica (tamaño, hábitat en el que está, geoposicionamiento,…), pero también de otras especies endémicas, como el caballito de mar, y de invasoras, como el cangrejo azul, que, «sin duda, ha sido la estrella absoluta, porque todos han encontrado decenas».

Tras una charla formativa para conocer al detalle cómo deben hacerse los transectos y cómo registrar los datos en las tablillas, y equipados con una cinta métrica de 50 m., una cámara acuática y un testigo, los voluntarios repartidos en equipos han escudriñado el litoral, en perpendicular a la costa y a lo largo de 1,5 m. a cada lado de la cinta métrica. «No encontrar ninguna, como le ocurrió el pasado viernes a casi todos los grupos, no es un fracaso. Los ceros también son importantes a largo plazo para conocer la densidad, tener toda la laguna caracterizada y ver cómo evoluciona», anima Giménez Casalduero a los participantes de la última cita, entre los que asistirán miembros de Pro Cabo, Pacto por el Mar Menor y Ecologistas en Acción, entre otros.

Fuente: laverdad.es