El mínimo deseable se sitúa en 500, pero en la actualidad apenas hay 450.
Sólo el pasado año se formaron 25, pero otros 60 se marcharon a compañías aéreas los últimos 10 años, el Ejército del Aire ha perdido prácticamente un 94 por ciento de sus fondos, pasando de los 1.153 millones de presupuesto con el que contaban en 2008 a los 178 millones del pasado año. Algo que se nota cada vez más en sus filas, desde el personal al material. Por ello, uno de sus retos es el de «cambiar las tendencias actuales y adentrarse en una senda de recuperación», tal y como ha explicado esta mañana el Jefe de Estado Mayor del Ejército del Aire (JEMA), general Francisco Javier Salto, durante un desayuno con periodistas.

Tal y como ha explicado, esa falta de fondos lleva aparejada una importante reducción en aspectos como el sostenimiento de aeronaves, las horas de vuelo, el entrenamiento de los efectivos y el número de uniformados. De hecho, avisó de que en esta década han perdido 5.000 efectivos (de 28.000 a unos 23.000). Es el principal problema, «la escasez de personal para cubrir todas las capacidades y servicios que se le encomiendan al Ejército del Aire». Actualmente, el 18 por ciento de los militares españoles pertenece al Aire, pero el JEMA quiere llegar al 25 por ciento.

Y, sobre todo, una de las principales preocupaciones en este punto es la falta de pilotos, puesto que son muchos los que deciden marcharse a la empresa privada por contar con «unos perfiles muy valorados y demandados», lo que ha provocado que haya una «carencia importante». La cifra «ideal» sería de 580 pilotos y la mínima rondaría los 500, pero el Ejército del Aire cuenta actualmente con 450. «Hay un déficit del 10 por ciento». Sólo el pasado año salieron de la Academia General del Aire de San Javier (Murcia) 25 pilotos, pero se marcharon a aerolíneas comerciales 60. Y la cifra podría reducirse más si antes de que acabe el año no hay una solución para una de sus prioridades: un nuevo avión de entrenamiento, pues sin él se reducirían mucho las horas de vuelo y se formarían cada vez menos pilotos.

Esta es otra de las batallas del Ejército del Aire, que ve cómo sus 65 aviones C-101 de entrenamiento están rozando el límite de su vida. Así, el JEMA marca el curso 2021-2022 como el último para estos aparatos, que son los mismos que usa la Patrulla Águila. «Ya no se puede alargar más», afirma.

El Ejército apoya en este punto la adquisición de un nuevo avión entrenador de fabricación española, pero esta opción no llegaría hasta 2026, por lo que consideran prioritario adquirir al menos una veintena cuanto antes. Aquí es donde suenan el “T-6 Texan” estadounidense o el “PC-21 Pilatus” suizo. Aunque también está sobre la mesa el “T-50” coreano a cambio de la venta de alguno de los 13 “A400M” de transporte que le sobran a España.

Además de los aviones de entrenamiento, el JEMA también ha marcado otras necesidades, como la sustitución de los 80 cazas F-18, algunos de los cuales alcanzarán su vida útil en 2022. O la modernización de los aviones de vigilancia marítima, como los “D4”, y la renovación de los “P3 Orion” y los cazas de enseñanza F-5. Pero también la sustitución y modernización de los 13 radares de los Escuadrones de Vigilancia Aérea que tiene repartidos por toda España.

En cuanto al sostenimiento de las aeronaves, se trata de otra de las partidas que más se han reducido en esta década en las cuentas del Ejército del Aire, lo que puede llegar a afectar a la operatividad. Algo de lo que ya alertaba la pasada semana en el Congreso el Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), general Fernando Alejandre, quien mostró su preocupación por los bajos niveles de inversión en mantenimiento en las Fuerzas Armadas.

Pero todo esto básicamente pasa por aumentar sus fondos, porque cada vez han de hacer más con menos: «Estamos adquiriendo progresivamente un peso mayor dentro de las Fuerzas Armadas», asegura el Ejército, pero ese mayor peso no va acompañado de una evolución de su presupuesto, que no crece al ritmo que aumenta la tecnología. «Necesitamos disponer de la más alta tecnología», ha recordado el JEMA. Por ello, ha vuelto a reclamar, como muchas otras voces en las Fuerzas Armadas, ”un presupuesto estable en el tiempo y un modelo de financiación que permita programar con antelación compras y gastos”.

Y para justificar esta necesidad de contar con más fondos, ha querido recordar las numerosas tareas encomendadas al Ejército del Aire, como la vigilancia permanente del espacio aéreo español; la contribución a las misiones en el exterior, con cuatro aviones desplegados en Senegal, Gabón, Yibuti y Sicilia; la lucha contra incendios; la búsqueda y rescate marítimos; la colaboración con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, el transporte de autoridades o el control del cielo del sur de Europa en el marco de la OTAN, entre otras. Por ello, el JEMA ha querido finalizar destacando que “invertir en el Ejército del Aire es invertir en la seguridad de los españoles”.