Pudo ser posible en su día. Reunía todas las condiciones que lo hubieran permitido, a pesar de que en su ribera habían vivido generaciones y generaciones de seres humanos.Pudo ser posible porque reunía todos los requisitos para ello, porque era un lugar excepcional, con muchas zonas de su perímetro totalmente vírgenes, y otras con una población que vivía confundido con él.

El Mar Menor pudo ser un Parque Nacional, como lo son quince lugares de España declarados como tales. Doñana, Tablas de Daimiel, Picos de Europa, Ordesa y Monte Perdido, Teide, Caldera de Taburiente y Lago de San Mauricio, Timanfaya, Garajonay, Archipiélago de Cabrera, Cabañeros, Sierra Nevada, Islas Atlánticas de Galicia, Monfragüe y Sierra de Guadarrama. El primero de ellos protegido como tal en 1918 y el último en 2013.

Se trata de lugares que no son de propiedad, sino para disfrute de los hombre y mujeres que se acercan a ellos, como lo fueron de nuestros abuelos y deben ser de nuestros hijos y nuestros nietos.

Creo no ser “localista” si digo que ninguno de tales Parques Nacionales aventajaba a lo que era el Mar Menor en el tiempo en que nacieron nuestros padres.

Pudo ser y quizá sería una quimera, una Utopía, pretender que se declare, hoy por hoy, el Mar Menor como Parque Nacional. Pudo ser y si lo fuera ahora sería muy distinto a como es, sería un referente medioambiental a proteger a nivel no solo nacional, como los quince lugares españoles referidos, sino también europeo, como la laguna de Venecia, o el Parque Nacional de Cinque Terre, o de Dolomitas… y ello sería esencial para el futuro de la Región, porque el Mar Menor es Historia, es Ocio, es Economía, es Cultura, es tan importante para la Comunidad de Murcia, QUE SI SE MUERE ESTA COMUNIDAD SERÁ OTRA COSA y habrá perdido, por irresponsabilidad o incompetencia de una generación, lo que en cualquier otro sitio se habría protegido y preservado como lo que es, una verdadera JOYA que nos regaló temporalmente la naturaleza, que nos permitió disfrutarla, y que no podemos utilizarla como queramos hasta el punto de que, como dicen los científicos, pueda estar en peligro irreversible.

Aun cuando la Utopía, como dicen que decía el escritor y humanista Guillermo Galeano, es difícilmente alcanzable, no cabe renunciar a la misma porque es la que te hace andar hacia ella. Son muchas las cosas mal hechas que hacen difícil lograr esa Utopía, que el Mar Menor fuera un Parque Nacional, pero no por eso creo debamos renunciar definitivamente a la misma o a figuras análogas, y ello porque a pesar del esfuerzo que exigiría, a pesar del ingente trabajo que supondría, finalmente acercarnos a ella, andar hacia ella, sería un gran acierto, supondría importantísimos beneficios para las generaciones futuras que seguro agradecerían.

La Ley 30/2014 sustituyó a la Ley 5/2007 de Parques Nacionales. Leyendo su exposición de motivos, en donde se explican las razones de su creación, muchísimas personas que conocen el Mar Menor podrían pensar que se está refiriendo a él. Así se dice que se trata de “… parajes excepcionales para la conservación de sus valores naturales y el disfrute y respeto de la sociedad”, para posteriormente señalar que “…tras casi un siglo de indudables trasformaciones en múltiples ámbitos, la esencia de esta figura permanece inalterada en cuanto a la excepcionalidad y simbolismo que conlleva, aparte de su riqueza natural, un reconocimiento social generalizado y unos valores estéticos, culturales, educativos y científicos destacados. Es por ello que su conservación merece una atención preferente y la declaración de interés general del Estado”. ¿Quien podría decir que el Mar Menor no es un “paraje excepcional”, y que no supone una riqueza natural, o que no tiene un reconocimiento social generalizado, o unos valores estéticos, culturales, educativos y científicos destacados?.

Posteriormente hace referencia al mecanismo por el cual tales “parajes excepcionales” han podido conservarse, alejándolos de manos de quienes no fueran capaces de apreciar tal excepcionalidad, por incompetencia, por irresponsabilidad, por inconsciencia, señalando que “….la implicación del Estado en su protección al más alto nivel, por ley de Cortes Generales, ha sido la clave de que, a pesar del tiempo transcurrido, podamos disfrutar en la actualidad de la selección que constituye hoy en día la Red de Parques Nacionales”. Y dicha implicación, aun cuando ha variado en el tiempo, desde la primera ley de 7-12-1916, “…ha mantenido inalterado el objetivo declarado de garantizar que las futuras generaciones puedan disfrutar de este legado natural”.

La ley de 2.014 es consciente de la necesidad de coordinar “…de una manera acorde con su importancia, conceptos territoriales, residentes locales y titulares de derechos con la visión económica necesaria y esencial para conseguir la integración y aceptación de los Parques Nacionales en su territorio”.

Continúa señalando la exposición de motivos que “…La ley regula la declaración de emergencia en caso de catástrofe medioambiental… Esta declaración de emergencia supone la obligación de las autoridades competentes de movilizar medios humanos y materiales que se encuentren bajo su dependencia”. Quién, después de haber visto las imágenes difundidas por los medios de comunicación, o visto directamente lugares de su ribera, no coincidiría en que se debió declarar la existencia de “…catástrofe medioambiental”.

¿Quién podría no considerar al Mar Menor acreedor de medidas como las adoptadas en los casos del “El Prestige”, o el “Vertido toxico en Aznalcóllar”, o “los incendios de Galicia” o la rotura de la “Presa de Tous”… y ello hasta su completa recuperación”?

Fuente: diariodelamanga.com