En 2016 comenzó a ser evidente que algo estaba pasando en el Mar Menor. Esta ya no era una laguna cristalina, sino una ‘sopa verde’. El fitoplancton se había disparado, debido a la entrada excesiva de nutrientes al ecosistema. Luego llegaron a Murcia las lluvias torrenciales, desencadenando riadas provocadas por la DANA (gota fría) y la laguna se cargó de agua cargada de más nutrientes.
Los días de calor vividos posteriormente a estas inundaciones, dieron a estas plantas acuáticas el resto de ingredientes que necesitaban para crecer y expandirse, lo que no permitió que la luz llegará al fondo, consumiendo todo el oxígeno del agua y provocando la anoxia posterior de todo organismo marino.
El mal olor en la laguna afectó el turismo y ocasionó el desplome de precios de las casas, lo que trajo la caída de la economía en la zona.
En octubre de 2019, las playas de Murcia se llenaron de miles de anguilas, crustáceos y cangrejos moribundos. El Mar Menor sufrió otra inundación catalogada como la peor catástrofe medioambiental de Europa, en la que se recogieron más de 3 toneladas de peces y crustáceos muertos.
Se formaron dos capas en el Mar Menor, la profunda en proceso de descomposición y con falta de oxígeno, motivo por el cual los peces huyeron hacia la capa superficial, la cual tenía menos salinidad, por haberse mezclado con el agua de lluvia.
Al cambiar el tiempo, la capa de arriba se movió hacia un lado de la laguna, y la de abajo hacia la esquina norte, dejando a los peces atrapados sin poder escapar, lo que le causo la muerte.
El problema del Mar Menor se lleva avisando desde hace décadas y tiene múltiples culpables. Desde hace 30 años, el Campo de Cartagena, que es la zona de tierra que rodea la laguna, ha ido cambiando sin tomar en cuenta al ecosistema, y su regadío intensivo afecta de lleno al Mar Menor. Se han eliminado barreras, terrazas y otro tipo de medidas que evitaban que la laguna se llenará de nutrientes orgánicos y los vertidos se han multiplicado.
La saturación urbanística a causa del turismo masivo de las últimas décadas y la escasa planificación con redes de saneamiento mal diseñadas, es otra realidad que ha alterado las condiciones naturales del terreno, con la invasión de edificios, caminos e infraestructuras.
Para intentar proteger al Mar Menor, ha surgido la idea de reconocerlo como persona jurídica. Aunque en el sistema legal español no hay espacio para proteger los derechos de un ecosistema, el proyecto dejaría la representación de la laguna en tres grupos: tutores legales, un comité de seguimiento de protectores, y un consejo científico asesor, pero cualquier ciudadano también podría presentar una demanda en nombre del Mar Menor.
Evitar el turismo masivo, reducir al máximo la entrada de nutrientes de origen agrícola, eliminar las superficies de regadío ilegal, transformar el sector agrícola y eliminar puertos deportivos, son algunas de las medidas que se deben tomar para recuperar el Mar Menor.
Necesitamos tomar conciencia, aprender y entender acerca del respeto al medio ambiente para así conservar un legado histórico que puedan disfrutar futuras generaciones.
Fuente: esdiario.com