Si no se hace algo rápido, el Mar Menor necesita un milagro

Administraciones y científicos coinciden en que no podrá evitarse un nuevo episodio de anoxia si el calor agrava el mal estado de la laguna.

No se puede hacer nada. Si el nuevo episodio de anoxia en el Mar Menor que pronostican científicos y políticos fuese un meteorito cayendo sobre la Tierra, el planeta no se libraría del impacto brutal. Imposible detener un proceso que ya solo depende de que el calor ‘cocine’ los ingredientes que están poniendo de nuevo a la laguna al borde del colapso por falta de oxígeno: nitratos procedentes de la actividad agraria, fósforo de vertidos urbanos, grandes cantidades de agua dulce que entran desde el acuífero y sedimentos arrastrados por las lluvias en esta primavera anormalmente húmeda.

El efecto combinado de estos elementos puede causar una nueva mortandad masiva de peces y crustáceos, la tercera después de las ocurridas en octubre de 2019 y agosto de 2021, advierten científicos y responsables políticos desde hace semanas. Consultados consideran que esta crisis anunciada –un paso más en el desarrollo de la eutrofización que afecta al humedal– ocurrirá de nuevo de forma irremediable, a la vista de todos, mientras los caudales cargados de nutrientes siguen entrando a la laguna a través de las ramblas y de forma subterránea, desde un acuífero sobrecargado.

«Siento una gran impotencia y frustración», admite el catedrático de Ecología de la Universidad de Murcia Ángel Pérez Ruzafa, miembro del Comité de Asesoramiento Científico para la recuperación de la laguna y portavoz de este órgano consultivo desde su creación en julio de 2016 hasta su reciente relevo. «Para esta temporada ya no se puede hacer nada, salvo retirar biomasa;así al menos se reducen los riesgos y las consecuencias. Ya esperar que el verano no sea muy cálido», sostiene.

El informe del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) difundido el martes por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) alerta acerca del «riesgo de un episodio de agotamiento de oxígeno y muerte masiva de organismos en el Mar Menor». Para los técnicos de este centro de investigación dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación, las últimas «anomalías climáticas» –en referencia a las abundantes precipitaciones y las calimas–, «unidas al estado de alta concentración de nutrientes ya existente en la laguna salada, forman un cóctel perfecto para el crecimiento rápido de especies como macroalgas, y son el exponente más claro del proceso de eutrofización que vive la zona desde hace décadas». A la vista está.

Sacar agua del acuífero

Pérez Ruzafa insiste en que la solución es rebajar el acuífero Cuaternario, que ya aflora a 16 metros por encima del nivel del mar. «Deprimir el freático también es actuar en origen», plantea. «Desde que dejó de sacarse agua para la agricultura, y unido a la recarga por las lluvias, la bolsa de agua subterránea no deja de manar. Y se da la circunstancia», asegura, «de que se están inundando sótanos no solo en viviendas junto a la laguna, sino en lugares como Torre Pacheco. Ylo que hay en esos pozos negros y alcantarillados termina entrando al Mar Menor».

Ante la posibilidad de una nueva mortandad de peces y crustáceos –en agosto se recogieron 4,5 toneladas–, el catedrático de la UMU quita importancia a una consecuencia de la crisis del humedal que causa una gran alarma social «pero que no es demasiado importante. El impacto puntual de los peces muertos no es relevante, estas crisis distróficas suelen tenerlas todas las lagunas costeras. El problema es la calidad del agua, ya que el Mar Menor está perdiendo su capacidad de autorregulación poco a poco», advierte.

¿Qué se puede hacer ante este panorama? «Sacar agua del acuífero, lo decimos en todos los foros interadministrativos y el Ministerio nunca nos hace caso. Los pozos ya están hechos, y están las desalobradoras. Es urgente que las administraciones y los agricultores se pongan de acuerdo en cómo se reparten el trabajo. Porque la situación es cada vez más difícil, y cada día que pasa nos sale más caro», argumenta.

«Los milagros no existen», insisten a este diario fuentes del Miteco. El Estado ha programado actuaciones cuyo valor supera los 400 millones de euros, pero los resultados solo se verán en el medio y largo plazo: «Estamos en una fase muy difícil, de licitaciones de proyectos y control de regadíos ilegales. Es un trabajo de hormigas, poco vistoso pero imprescindible. Ni la ministra ni el secretario de Estado han prometido que los problemas de la laguna se vayan a solucionar en el corto plazo, porque ni se puede impedir que llueva ni se puede extraer todo lo que se ha vertido durante un periodo de 40 años, con unos excesos que han resultado en un deterioro lamentable. Por desgracia, es imposible frenar determinados fenómenos y procesos naturales, aunque la anoxia puede producirse o no», avisa con crudeza el Gobierno central.

La Comunidad insiste con las pruebas de oxigenación

El Gobierno regional tampoco dispone de una varita mágica que frene un hipotético episodio de falta de oxígeno en el Mar Menor. Con una entrada diaria estimada al humedal de 156 millones de litros de agua dulce y 15.548 kilos de nitratos, la Comunidad sigue retirando biomasa –10.000 toneladas hasta el momento, informa la Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente– y monitoriza la laguna a diario, preparada para el peor escenario. Mientras tanto, «estamos a la espera de una autorización de Costas del Estado para la realización de pruebas de oxigenación que permitieran actuar en caso de detectar descensos de oxígeno graves en algunos puntos del Mar Menor», una petición que fue recordada el viernes por el consejero Antonio Luengo al secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, «dada la gravedad de la situación». «Se trata de una iniciativa avalada por la comunidad científica y es la única medida de respuesta directa que se puede adoptar en caso de un episodio de anoxia», sostiene la Comunidad.

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Fuente: laverdad.es