La Curva de Lo Pagán quiere seguir de marcha

El Ayuntamiento de San Pedro del Pinatar da de prórroga hasta 2028 a los cinco bares situados en Dominio Público, aunque los gerentes de los locales piden «más tiempo».

Vista desde estos tiempos de pandemia, la época de desenfrenos nocturnos de La Curva puede parecer de otra vida, aunque en realidad no ha pasado tanto tiempo. Lo que ocurre es que el calendario vuela, y los quince años de vida que les concedió el convenio municipal en 2012 a los cinco bares en conflicto ya ha comenzado su cuenta atrás. Ya llevan consumido más de la mitad de su tiempo legal, aunque el Ayuntamiento acaba de darles una prórroga de un año y dos meses más, que es el periodo que la hostelería estuvo cerrada por la pandemia. Por tanto, les da un respiro hasta diciembre de 2028, en que deberán cerrar definitivamente.

A cambio de esta ‘segunda vida’ legal, el Ayuntamiento se quedaba la propiedad de los inmuebles, que están situados en Dominio Público Marítimo-Terrestre, por lo que una vez cumplido el plazo podrá derribarlos si es su voluntad para devolver ese espacio al uso y disfrute público. Pero a los dueños de los bares les sabe a poco la prórroga. Pidieron una ampliación hasta diciembre de 2030, pero el Ayuntamiento no lo ha visto «justificado» y mantiene su intención de hacer suyos los locales en 2029, aunque no desvela aún qué hará en los terrenos. «Será el equipo de gobierno que esté en ese momento el que decida qué hacer ahí», responde el concejal de Hacienda, José Fernández Andreo.

Ocio casi diurna en La Curva

El edil reconoce que «ya no generan tantos problemas como antes», pero no se plantea dar más tiempo de vida a La Curva. Sí lo tienen en mente los cinco dueños de los negocios, que quieren solicitar una moratoria a la zona de ocio, que ya se ha reconvertido en diurna casi por completo, a excepción de Bastilla y Santa María, que se mantienen como bares nocturnos. El que ahora se llama ‘Two Brothers’ ofrece solo servicio de restaurante, y los otros dos funcionan sobre todo con las terrazas durante el día. La franja de paseo marítimo, que antes amanecía cubierta de botellas y otros rastros más lamentables del frenesí noctámbulo, ahora la ocupan turistas extranjeros que se tuestan al sol invernal en la hilera de terrazas de La Puntica.

Para Josecho Ortega, dueño de Bastilla, «ahora es diferente, los vecinos han visto que podemos convivir, pero comprendo que tengan miedo de que vuelva lo de antes, el jaleo en las calles, pero no va a ser igual». Asegura que los negocios ya no funcionan como antaño. «No tiran tanto cinco bares nocturnos. Antes venían de toda España», afirma, aunque los hosteleros están dispuestos a negociar más años de vida para La Curva. Ortega recuerda que «si desaparece totalmente la zona de ocio de Lo Pagán, los jóvenes se irán a Torrevieja, y eso tampoco les gusta a las familias». La Curva llegó a ser un satélite de la ‘movida’ ochentera. La fama del Varadero, el local de Kuki Keller que atraía tanto a aristócratas como a artistas rompedores, animó la apertura de los cinco locales. Cuando se desbordó la zona y comenzaron las protestas de vecinos y las denuncias, el Varadero emigró a otros lares y Costas empezó a notificar órdenes de derribo a los establecimientos. La Curva ya no es la misma, pero su futuro puede tener los días contados.

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Fuente: laverdad.es