El seguimiento de la evolución de los parámetros de calidad de las aguas y del estado del ecosistema marino es una herramienta esencial para la gestión biológica y ecológica del Mar Menor, a la vez que permite evaluar el impacto de las escorrentías, los posibles vertidos o la modificación de las corrientes internas y el intercambio de agua a través de los canales de comunicación con el Mediterráneo.
Se trata de conocer de forma permanente la evolución del ecosistema y poder anticipar ante cambios que puedan perjudicar su recuperación.
Es una actuación enmarcada en las medidas urgentes que el Consejo de Gobierno aprobó en noviembre de 2019 para paliar en la medida de lo posible la situación crítica en la que se encontraba el Mar Menor tras la DANA sufrida en septiembre de 2019 y los sucesivos episodios de lluvias torrenciales posteriores, que provocaron una ingente entrada de agua dulce cargada de materiales en suspensión y nutrientes a la laguna litoral, favoreciendo una muy baja salinidad y la proliferación de fitoplancton.
La comunidad científica destaca la importancia de mantener un continuo estudio de procesos oceanográficos y ecológicos clave en el Mar Menor, que generan y mantienen la biodiversidad y los mecanismos de regulación como las condiciones hidrológicas e hidrodinámicas, la conectividad entre poblaciones, y el mar abierto y el estado trófico del ecosistema.
Fuente: 20minutos.es