Otro curso lleno de desafíos afronta la Academia General del Aire (AGA). La pandemia que obligó a desalojar la escuela de oficiales del Ejército del Aire a mitad del pasado curso, condiciona la llegada de los alumnos cadetes, que en principio será completa pero escalonada para garantizar las distancias de seguridad y la adaptación a las nuevas normas sanitarias que eviten los contagios.

La AGA tiene previsto ocupar algunas instalaciones del cercano acuartelamiento militar de Los Alcázares «con el objeto de obtener la mínima densidad de alumnado», según indica el coronel director, Manuel de la Chica. La base centenaria cuenta con edificios históricos deteriorados por el tiempo, pero también centros rehabilitados con todos los servicios necesarios. La adaptación para este mismo curso del recinto «supondrá un esfuerzo logístico mayor del habitual, pero inicialmente asumible con los medios y el personal de la AGA», precisa el director.

El Ministerio de Defensa termina de construir en estos días el lado de la valla perimetral que da a la avenida de la Libertad, ya que el Ayuntamiento de Los Alcázares la derribó en la DANA de septiembre de 2019 para proteger de la subida del nivel del agua a la barriada colindante.

El nuevo vallado de seguridad del recinto militar se compone de un murete de entre 40 y 60 centímetros de alto con dos compuertas de emergencia. El resto de la valla se realizará mediante alambrada para permitir el paso del agua en caso de una nueva riada.

«Lo más posible presencial»
Con la determinación inicial de que el curso sea en lo posible presencial, el coronel director precisa que «estamos preparados para cualquier contingencia que pueda surgir y aconseje pasar a la enseñanza ‘online’ en cualquier momento». «Aplicaremos las lecciones aprendidas durante los últimos meses», asegura el coronel De la Chica.

Para reducir la incertidumbre ante la epidemia en el regreso de los alumnos a la Academia y al Centro Universitario de la Defensa, ya se han «implantado medidas de todo tipo encaminadas a minimizar el riesgo de contagios, detectarlos precozmente y, llegado el caso, atajar las posibles consecuencias evitando la expansión del virus», señala el coronel director.

Entre las medidas añadidas a la nueva organización del curso, se han priorizado los nuevos hábitos de higiene entre docentes y alumnos, el espaciamiento en las clases, en el comedor y en los alojamientos y la creación de grupos lo más estancos posible de alumnos para evitar los contactos más dispersos y generalizados. El uso de mascarillas y la toma de temperatura diaria se ha convertido ya en una rutina en la base costera.

El Pilatus, que será el nuevo avión entrenador de vuelo de los futuros pilotos del Ejército del Aire, ya tiene fecha de llegada. La AGA espera los 24 aviones de fabricación suiza para el último trimestre de 2021, de modo que este curso servirá a la escuela militar de periodo de preparación para «adaptar las infraestructuras, la organización y la metodología docente», según informa el coronel De la Chica. El director asegura que «los profesores y el personal de mantenimiento de la Academia afrontan con optimismo e ilusión el reto que supone el cambio de avión y todas las actuaciones que hay que realizar para dar continuidad a la enseñanza en vuelo».

El cambio será sustancial, ya que los Pilatus P-21 sustituirán a los reactores C-101 que quedan en la AGA, del lote de más de 80 que el Estado compró en los años ochenta. El nuevo avión de hélice de 5 palas llega a tiempo de tomar el relevo de los reactores, que tienen como fecha de caducidad septiembre de 2021. Según los pilotos militares consultados, las ventajas que aportará el Pilatus serán evidentes en el ahorro de tiempo y costes, ya que simplifica el adiestramiento de los nuevos pilotos y evitará el uso de dos aviones diferentes como se realiza hasta ahora, con la Tamiz para el vuelo elemental y el C-101 para la fase básica. Sitúa además al nuevo piloto en la tecnología que utilizará en sus futuros destinos.

Por otra parte, el avión de hélice no contribuye a despejar las dudas sobre el futuro de la patrulla Águila. Los pilotos militares descartan la idea de que el nuevo modelo de aeronave permita realizar las acrobacias que componen la tabla de exhibiciones que han hecho famosa a la patrulla española, que atraviesa uno de los peores momentos, tras la pérdida de los dos últimos pilotos que ocuparon el puesto del ‘Solo’, el que realiza las maniobras más extremas y espectaculares. Los accidentes mortales durante el pasado curso del comandante Francisco Marín y el comandante Eduardo Garvalena dejaron una huella emocional entre sus compañeros de patrulla y en toda la comunidad militar.

La dificultad de formar a un nuevo ‘Solo’, cuyo adiestramiento realizaba el antecesor, se presenta compleja, aunque no es una prioridad de cara al nuevo curso para la AGA. Según el coronel De la Chica, «la temporada finaliza en octubre y no se va a realizar ningún cambio». El responsable de la AGA se plantea «tomar las decisiones oportunas para la próxima temporada». En su decisión pesará «el gran afecto que la sociedad tiene a la Patrulla Águila, prueba de ello con las continuas muestras de cariño que nos expresan desde cualquier lugar de España, de modo que intentaremos estar siempre ahí, representando a España, al Ejército del Aire y a la Academia General del Aire».

Fuente: laverdad.es