La contaminación y las altas temperaturas hacen que el ecosistema marino cambie drásticamente, acabando con algunas especies y atrayendo a otras más invasoras a nuestros mares.
Medio ambiente. Las especies del ecosistema marino del litoral murciano están sufriendo cambios debido a las altas temperaturas registradas en los últimos años y el futuro no da muchas expectativas de mejora. Algunos animales se han visto desplazados a otros hábitats y las especies invasoras ocupan su territorio.
No es algo nuevo, todos hemos notado el aumento de temperaturas en los últimos años y es algo que no solo nos afecta a las personas: los animales y las plantas que habitan en nuestras costas se han visto en una situación difícil de manejar. Las previsiones del panel de expertos en climatología sitúan para las próximas décadas un aumento global de 4 grados y un incremento de las temperaturas máximas de 6 grados en la Región para el año 2100, lo que supondría un gran golpe para la flora y la fauna local.
«Cuando la gente piensa en que las temperaturas medias han subido un grado no caen en que existen grandes ecosistemas marinos que necesitan unas ciertas temperaturas para mantenerse en unas condiciones óptimas para la vida» afirma Pedro Jiménez, profesor de Física de la Universidad de Murcia. En esos ecosistemas conviven las gorgonias, unos invertebrados que forman bosques parecidos a los corales entre la superficie y los 900 metros de profundidad, y las esponjas de mar con varias especies de algas que llegan a sufrir estrés térmico, lo que puede llegar a provocar la muerte de estos seres vivos.
«El problema no viene tanto por las temperaturas medias sino los fenómenos extremos como lluvias torrenciales o sequías, que cada vez son más frecuentes en nuestra Región», sostiene el experto en física y contaminación.
Un problema de todos
Sólo una nimiedad de la comunidad científica no está de acuerdo en que estos fenómenos son provocados por el cambio climático, que afecta a todas las especies del litoral, entre ellas, el Mycteroperca epinephelinae o mero, de cuerpo robusto y grandes mandíbulas que habita en zonas rocosas y el Thalassoma pavo, un pez alargado de cabeza redondeada y con una serie de colores muy llamativos que es más conocido como pez perde o fredi. Estas especies, muy típicas de la costa murciana, se encontraban con facilidad hace años, pero ahora se han visto desplazadas hacia otros lugares como el sur de Francia o el norte de Italia, donde la temperatura se asemeja más a su hábitat natural al ser especies con poca tolerancia a las aguas cálidas.
Algunos ejemplares de estas dos especies de agua fría han optado por vivir en profundidades mayores en vez de emigrar a otras zonas, relata José Antonio Charton, profesor del área de Ecología y Biología de la Universidad de Murcia, y director del proyecto ‘Centinelas del Mar’ de ciencia ciudadana para la detección de indicadores de cambio climático en el medio marino.
Aguas recalentadas
Toda esta ‘tropicalización’ de nuestros mares ha tenido consecuencias muy graves para la nacra o mejillón gigante, una especie de molusco en peligro de extinción que habita en el lecho marino, donde puede llegar a vivir más de 20 años y alcanzar una longitud superior al metro y que ha sido afectada por una enfermedad asociada a otro molusco, el Pinna rudis. «La enfermedad se origina por un microorganismo, un protozoo que provoca una infección al animal hasta causarle la muerte. Se empezaron a ver casos en Almería y Murcia y ahora se ha extendido a muchas poblaciones del Mediterráneo llevando a esta especie al borde de la extinción» explica Charton.
Especies invasoras
Y es que el calentamiento del mar ha llevado a varias especies tropicales a migrar hasta nuestras costas como es el caso del Labroidei scaridae o pez loro, proveniente de Gran Canaria, que se identifica por su característico ‘pico’ además de por sus escamas de colores vivos y mide entre 30 y 50 centímetros, o el Pseudocaranx dentex, también llamado jurel dentón, un pez de cuerpo alto y comprimido de color azul verdoso con el vientre plateado que posee escamas suaves al tacto.
Hay otras especies foráneas que han llegado a nuestras costas debido a la mano del hombre, a través de las aguas de arrastre de los barcos o por la acuicultura, así como desde el Mar Rojo a través del canal de Suez, entre otras causas. Algunas de estas especies son el Majidae o cangrejo araña, una especie visualmente similar a la centolla aunque de color menos anaranjado que vive entre los 300 y 400 metros de profundidad, alimentándose de los animales muertos y medusas y que por el momento no supone un peligro para la fauna local.
También el Callinectes sapidus, conocido como cangrejo azul, una especie de gran tamaño que cuenta con cinco pares de patas y que resulta muy voraz al alimentarse de otros crustáceos, moluscos, peces y algas que se ha multiplicado en poco tiempo por numerosos lugares del Mar Menor o la costa de Torrevieja y Guardamar» asegura Charton. Por eso en algunos casos se denominan ‘invasoras’ a las especies foráneas, ya que suponen un grave problema para los ecosistemas locales y llegan a tener un impacto negativo en el bienestar humano a largo plazo.
Las plantas también lo sufren
En cuanto a la fauna submarina de la Región, Hermelinda Marina Aboal, Catedrática de Biología Vegetal de la Universidad de Murcia, sostiene que no existen datos sobre la situación actual del mundo vegetal subacuático del litoral murciano y que resulta muy difícil conocer realmente el impacto que ha tenido el aumento de temperatura a lo largo de los años.
Aunque en otros lugares de España sí que se han realizado informes al respecto «y existen datos sobre zonas costeras de la Península Ibérica donde sí que se han detectado cambios importantes en la disposición de algas marinas, ya que todas las plantas tienen rasgos de distribución determinados claramente por factores externos; en el caso de las plantas terrestres serían las precipitaciones y, en el caso de las plantas subacuáticas, serían las condiciones del medio acuático», describe Aboal.
Las zonas de aguas frías están perdiendo colonias enteras de algas debido al calor, porque ciertas especies se están desplazando más al norte, hacia los polos, para poder desarrollarse en buenas circunstancias. Como ejemplo, la familia de la laminaria, algas que se aferran con raíces a las rocas del suelo marino y que forman frondosos bosques bajo la superficie , donde habitan multitud de especies distintas. «El problema no es que desaparezca una especie, es que al tratarse de un ecosistema esa desaparición afecta a cientos de animales, vegetales y otros organismos asociados a esas algas» sentencia Aboal.
Fuente: laopiniondemurcia.es