El Mar Menor, o más en concreto su deterioro, se ha convertido en un tema recurrente y crónico en el panorama del medio ambiente regional. Representa el paradigma de la factura en diferido de un modelo de agroindustria insostenible en el Campo de Cartagena.

Varios datos y elementos vuelven a preocuparnos. El Instituto Español de Oceanografía (IEO), ha comprobado que zonas de la laguna se están poniendo otra vez verde. Vuelve a aparecer el horizonte de la eutrofización, es decir, la acumulación de residuos orgánicos en la laguna, que dispara la proliferación de algas y microorganismos. Los investigadores del IEO señalan la necesidad de vigilancia de la evolución de estos últimos episodios de turbidez de las aguas.

Tenemos, como antecedentes, los procesos de contaminación que desembocaron en la llamada sopa verde de 2016 y que tuvo impactos ambientales significativos con la desaparición de casi el 85 por ciento de la pradera oceánica. En 2017 la evolución mejoró, se recuperó un tercio de la vegetación submarina y las investigaciones señalaron que la Caulerpa prolifera se había recuperado más y mejor que las praderas Cymodocea nodosa, el alga típica de la laguna. Pero este proceso de recuperación no lo fue del todo, quedaba un 53 por ciento del fondo del Mar Menor con ausencia de vegetación. Esperemos que nuevos estudios revelen una mejora significativa de este problema.

Los fitosanitarios y nitratos usados en la agroindustria del Campo de Cartagena han sido la causa principal del proceso de eutrofización que provocó que el Mar Menor se convirtiera en una sopa verde en 2016. El art. 16 de la Ley de Medidas Urgentes para garantizar la sostenibilidad en el entorno del Mar Menor, vigente desde hace más de un año, señala que todos los vertidos al Mar Menor están prohibidos, salvo los procedentes de las lluvias. Sin embargo, la Plataforma Pacto por el Mar Menor denunció nuevos vertidos en diversos puntos del Mar Menor, como la playa de Carrión, en Los Alcázares, al lado del Club Náutico y en la Rambla de El Albujón. También se denuncia que se han tirado a la laguna las aguas usadas para la limpieza en un tanque de tormenta. Por otro lado, las capas freáticas del acuífero del entorno del Mar Menor siguen estando muy contaminadas con nitratos de la actividad de la agroindustria, que llegan por filtración a la laguna, tema sobre el que no se ha tomado ninguna medida efectiva. Se hace cada vez más urgente reordenar y auditar la superficie de regadío en la cuenca del Mar Menor, eliminando los perímetros irregulares y someter a un control exhaustivo todas las extracciones de agua en el Campo de Cartagena

Un Juzgado de Cartagena tiene diligencias abiertas sobre las inundaciones en la zona sur del Mar Menor, desde 2011 a 2015, y su presunta vinculación con la transformación de terrenos y la construcción de infraestructuras para la agricultura intensiva. Las diligencias plantean nuevas evidencias sobre la aparente falta de control y la pasividad de las administraciones públicas ante estos problemas

Al problema general de contaminación por nitratos y fitosanitarios se suma la contaminación por metales pesados en la zona sur del Mar Menor. El investigador José Matías Castejón ha denunciado la contaminación de Plomo Cadmio, Cinc, Arsénico, etc., que llega la cubeta sur del Mar Menor cuando se producen escorrentías por lluvias en la Rambla del Beal. Un estudio de investigadores de la UMU revela que, solo en 2015, se dispararon en la zona sur los niveles de nutrientes y de Plomo y Zinc, lo que supone un riesgo potencial para la salud pública y un proceso acumulativo de vertidos en la laguna. Este tipo de contaminación, procedente de los suelos de la Sierra Minera, se viene repitiendo años tras años sin que se hay hecho nada todavía.

A esta situación se añade que todavía no se han ejecutado ninguna de las infraestructuras que pongan un fin definitivo al problema de los vertidos agrícolas. El problema dista mucho de estar resuelto por ninguna de las tres administraciones públicas. Como señala el Manifiesto de la Plataforma por el Mar Menor, quienes lo hemos conocido en buenas condiciones de salud, queremos verlo sanar, y creemos que es nuestra obligación conseguir que las generaciones futuras puedan disfrutar de un Mar Menor vivo.

Fuente: eldiario.es