Christian Drosten asegura estar “bastante preocupado” por lo que pueda venir en primavera o verano cuando las personas mayores y de riesgo estén vacunadas. Pese a que las infecciones de COVID-19 se han reducido durante las últimas semanas en todo el mundo, el prestigioso virólogo alemán Christian Drosten se encuentra “bastante preocupado” por lo que pueda ocurrir en primavera y verano. En una reciente entrevista para Der Spiegel, el director del Instituto de Virología del hospital universitario Charité de Berlín y principal asesor del gobierno alemán en la crisis del coronavirus, vaticinó la llegada de una cuarta ola en los próximos meses que afectará principalmente a la población joven.

“Una vez que los ancianos, y quizás parte de los grupos de riesgo, hayan sido vacunados, habrá una inmensa presión económica, social, política y quizás también legal para poner fin a las medidas”, reflexionó Drosten. Después, como consecuencia, “una gran cantidad de personas se infectará en poco tiempo, más de lo que podemos imaginar en este momento. No tendremos 20.000 o 30.000 casos nuevos al día, sino hasta 100.000 en el peor de los casos”.

Esta cuarta ola golpeará especialmente a los jóvenes, según auguró el experto, a pesar de que tienen menos posibilidades de desarrollar cuadros graves de la enfermedad que las personas mayores: “Cuando una gran cantidad de personas jóvenes se infecta, las unidades de cuidados intensivos se llenarán de todos modos y muchas personas morirán. Solo que serán personas más jóvenes. Podemos amortiguar un poco este terrible escenario reduciendo los números ahora”.

La situación no mejorará en verano
Margarita del Val, viróloga española del CSIC, afirmó hace unos días que en verano la situación mejorará debido al buen tiempo: “Vamos a tener mejor tiempo, con lo que la probabilidad de contagiarse es diez veces menor. Además, tendremos la campaña de vacunación bastante más avanzada y más información sobre cómo funcionan las vacunas. Veremos las cosas de otra manera”.

Drosten, en cambio, no está tan seguro de esto, y puso de ejemplo a España para explicar su postura: “Que tuviéramos un verano tan relajado en 2020 probablemente tuvo que ver con el hecho de que nuestros números de casos se mantuvieron por debajo de un umbral crítico en la primavera. Pero ese ya no es el caso. Me temo que será más como en España, donde el número de casos volvió a subir rápidamente después de que se levantó el bloqueo, a pesar de que hacía bastante calor”. “También en Sudáfrica, donde actualmente es verano, el número de casos es elevado”, argumentó.

Sí cree que comenzará a mejorar “en algún momento a mediados del otoño”, cuando comiencen a notarse realmente los efectos de las vacunas “en toda la población, no solo en el sentido de que los grupos de riesgo están protegidos. De modo que muchas menos personas se infectarán”. No obstante, “para que eso suceda, no puede pasar nada completamente imprevisible”.

Mientras tanto, habrá que dar solución a los problemas que acechan en los próximos meses. En este sentido, el virólogo comparó la situación con la de un viejo camión que está descendiendo por una empinada cuesta: “No sabemos qué curvas se acercan y si la carretera de repente está a punto de volverse más empinada. Tampoco sabemos hasta dónde nos queda llegar, pero sí sabemos que tenemos que evitar pasarnos en una curva. En una situación como esta, cerrar los ojos no ayuda. Tenemos que seguir y hacer una cosa en particular: pisar los frenos, aunque estén oxidados”.

Las vacunas servirán contra las variantes
Respecto a la variante británica del coronavirus, Drosten citó un estudio de Oxford que decía que es “hasta un 35% más contagiosa”, algo que considera “más peligroso que si se hubiera vuelto más mortal, porque cada nuevo caso infectará a más personas, y cada uno de ellos infectará a más personas, de modo que el número de casos crecerá exponencialmente”. Por ello, resaltó la importancia de que los países de la Unión Europea aceleren el ritmo de vacunación antes de que esta variante se extienda de forma masiva.

Por su parte, las variantes sudafricana y brasileña “pueden infectar a personas que ya han tenido la enfermedad, pero eso probablemente no les da una ventaja en una población donde la inmunidad aún no está generalizada, lo que quiere decir que el virus se distribuirá aquí y allá durante el próximo año, y seguramente aparecerán nuevas variantes”.

La expansión de las variantes siembra el miedo de que pueda alterar la eficacia de las vacunas. De hecho, “una de las mutaciones en las variantes brasileña y sudafricana ya ha demostrado un serio escape inmunológico”, recuerda el experto. Sin embargo, “los anticuerpos son solo un componente de la protección inmunológica, otro es la inmunidad de las células T. Eso protege mucho más fuertemente contra una progresión grave de la enfermedad”. Por tanto, cree que las vacunas actuales servirán para protegernos de ellas: “Si el virus muta, no tiene ningún efecto sobre la inmunidad de las células T. Como tal, no creo que tengamos que temer que nuestras vacunas sean ineficaces”.

Fuente: as.com