Ya se han visto en Alicante, Murcia y Almería: son un conjunto de organismos con gran toxicidad que pueden ser muy peligrosos para los humanos pero, ¿cómo evitarlos?
strong>Son altamente venenosas, capaces de inmovilizar a grandes peces con la toxicidad que emiten sus tentáculos, que pueden alcanzar hasta diez metros de longitud. Su nombre, carabela, no es casual: una ‘cresta’ similar a la vela de un barco le permite surcar las aguas con rapidez, lo que impulsa, unido al temporal, su aparición en las costas del Mediterráneo.
Pueden confundirse con las medusas, pero no lo son: se trata de una agrupación de organismos tremendamente tóxica. Su peculiar pigmentación azul y rosada las hace aún más llamativas, pero a pesar de la espectacularidad de sus colores, debe evitarse cualquier contacto con ella: “Se produce un dolor de picazón e incluso un poco de parálisis en la zona afectada”, declara la bióloga marina Ana Gordillo, aunque tranquiliza: “En ningún caso es mortal”.
Sus efectos son claramente diferenciables: además de la quemazón e irritación de la zona, pueden aparecer otros síntomas como inflamación, náuseas, vómitos, dolor de cabeza o nerviosismo; pero el más peligroso es la parálisis, ya que podría impedir que llegáramos a tierra en caso de que atacase mientras una persona está nadando.
Si sufre el ataque de una de estas falsas medusas, debe lavar la herida con agua salada de forma inmediata, ya que el agua dulce intensifica los efectos urticantes de la picadura. Posteriormente, se debe intentar retirar el tentáculo con unas pinzas o guantes y evitar hacerlo con la la mano desnuda para no extender el veneno.
Fuente: La Sexta