«Lo nunca visto en toda la vida», exclama un pescador en el muelle de Lo Pagán, donde el ‘Yessica’, el barco de Francisco Javier Martínez Castejón ‘El Largo’, ha vuelto casi cada día a asombrar al gremio de la mar. Él y su mujer, Yolanda, han sacado esta temporada 42.000 kilos de dorada, con ‘pelotazos’ como los de la pasada semana, cuando llevó a puerto 5.000 kilos entre el miércoles y el jueves. Ha repetido la hazaña desde que comenzó la primavera, ya que asegura que «el Mar Menor está lleno de pescado; solo hay que saber buscarlo». Sus boles de doradas, pescadas a la pantasana, han engrosado las inusuales estadísticas de la Cofradía de Pescadores de San Pedro del Pinatar, que engloba a todos los de la laguna, una flota de 65 embarcaciones y 130 trabajadores de la mar. En el primer semestre de este año las capturas superan el doble de las registradas en los doce meses de 2019.

Al compararlas con el primer semestre del pasado año, la cifra de doradas que han pasado en la primera mitad de 2020 por la subasta de Lo Pagán se multiplica por cinco, con los 241.833 kilos extraídos desde enero, frente a los 50.329 de la misma temporada de 2019. La campaña de primavera de 2018 fue mejor, con 116.582 kilos de doradas aunque, como suelen decir los pescadores, con la naturaleza no hay reglas. De hecho, no hay memoria de un mes de abril con casi 60.000 kilos de doradas inundando la lonja. Solo algunos meses de noviembre superan este récord, cuando los vientos desencadenan la ‘racha’ y el pescado se pone en movimiento por toda la laguna.

La abundancia de esta campaña se debe a que el pasado otoño los pescadores se sometieron a un parón forzado, debido al episodio de anoxia de octubre en el Mar Menor. «Todos los peces que no se pescaron, se han hecho grandes y son los que ahora están cayendo en las redes y luego alcanzan buen precio», afirma el patrón mayor de la Cofradía, José Blaya. Otra razón del aumento de la población de doradas es «la rotura que se produjo en las jaulas de las piscifactorías, de las que salieron muchas doradas y se metieron en el Mar Menor», señala Blaya.

Ayudó a aupar los precios el cierre de las fronteras internacionales con el estado de alarma. «Se empezó a consumir pescado nacional debido a que no se podía importar, y así se han conocido más las especies del Mar Menor y se han revalorizado», explica el patrón. Esa tendencia al alza de la cotización del pescado de la laguna, que comenzó con el confinamiento, se ha mantenido en las semanas posteriores. Los pescadores esperan que continúe la buena marcha de los precios, para compensar los sinsabores pasados con la laguna.

Para mayor gloria de ‘El Largo’, las doradas talla XL, de un kilo o kilo y medio, se pagan en la subasta a 20 euros por kilo. La pequeña a 4,7 euros –precio del jueves–, con ligeras oscilaciones según el día. A estos precios hay que sumarles los recargos por transportes y márgenes de las pescaderías o restaurantes a cambio de saborear un pescado salvaje.

Lo que no está dando tantas alegrías es el langostino. Con 2.869 kilos en mayo y 1.379 en junio, levantar las langostineras cada amanecer en la orilla de La Manga se ha convertido en una decepción para los pescadores. Nada que ver con los aproximadamente 8.000 kilos por mes de la primavera pasada. Con esta escasez, quien se ha llevado langostinos del Mar Menor de la subasta, los ha tenido que pagar de 50 euros el kilo en adelante. Detrás de este retroceso del crustáceo, los pescadores sospechan que está el cangrejo del Mar Menor, de apetito insaciable y tenazas letales. Ya ha colonizado toda la laguna y devora cuanto halla a su paso. «Dentro de unos años será un grave problema», avisan los pescadores.

Fuente: laverdad.es