A principios de los años 50 del siglo XX, una España al borde del colapso por su aislamiento internacional y su economía autárquica, descubre que debe convertirse en una aspiradora de divisas si quiere sobrevivir. Los Planes de Desarrollo tendrán un protagonista indiscutible: el turismo. Para potenciarlo se crean los Centros de Interés Turístico Nacional (CITN), ligados plenamente a la llegada al frente del Ministerio de Información y Turismo de Manuel Fraga Iribarne.

Los amigos más allegados del gobierno fueron los primeros en la fila para recibir autorización para un CITN, un proyecto de impulso privado pero que contaba con todo el apoyo público imaginable, tanto desde el punto de vista financiero como de posibilidad de ordenar suelo considerado rústico hasta ese momento. José Banús vio aprobado su proyecto en Marbella. Tomás Maestre, el suyo en La Manga del Mar Menor.

Lo que hoy se ve en ese brazo de tierra bañado por dos mares distintos, el Menor y el mayor, es decir, el Mediterráneo, nada tiene que ver con lo que diseñó para Maestre el arquitecto Antonio Bonet. Los CITN nacieron para atraer turismo de alto copete, el verdadero generador de divisas. La idea de Bonet fue crear pequeñas ciudades autónomas a lo largo de La Manga, alternando edificios de muy alta densidad, hasta veinte plantas, con otros de baja altura, dejando enormes espacios libres entre unos y otros y otorgando un gran protagonismo a las zonas verdes y de ocio.

Los problemas financieros del complejo llegaron desde el primer momento y Maestre empezó pronto a vender terreno como forma de financiar su proyecto. Esos problemas, agudizados con la crisis de los setenta, lejos de hacer que Maestre parase las máquinas le lanzaron a vender terrenos que debieron quedar libres de ladrillo según los planes de Bonet. A principios de los ochenta, Maestre pagaba con suelo hasta a contratistas, constructores, albañiles y fontaneros. Los proyectos individuales e inconexos sembraron el caos.

Hubo un intento de parar en parte el desastre. El Gobierno socialista de la Región de Murcia liderado por Carlos Collado inició la suspensión masiva de licencias urbanísticas en 1988. El lobby Club Costa Cálida, que se empleó a fondo en medios con la campaña La Manga está de moda, dio al traste con el intento.

Sin olvidar que masificación de viviendas ha generado otro problema. El vertido de fosfatos al Mar Menor procedentes de los desagües de las viviendas se ha cruzado en la laguna con los nutrientes de los abonos del regadío del Campo de Cartagena, provocando la eutrofización del agua, que se volvió de color verde en la primavera de 2016.

Fuenete : El País