Ofrecemos a continuación una serie de consejos para que el adiós temporal a la oficina no se convierta en un drama.
Mantén el contacto con tu jefe
Se supone que durante las vacaciones hay que desconectar. Y hay gente que lo lleva bien. Si no es tu caso, no lo fuerces. La entrada gradual al ocio es más que recomendable. Consulta dos o tres veces al día el correo electrónico de la empresa. Seguro que hay gente que no sabe que estás de vacaciones, puede incluso que tu jefe sea una de esas personas. Si puedes, resuelve alguna gestión que te estén encargando, te ayudará a evitar esa sensación de vacío que produce el no tener nada que hacer. Puedes llamar a tu jefe para preguntarle si necesita algo. Si es que él no está de vacaciones, claro. En tal caso, seguro que el compañero que te está sustituyendo tendrá preguntas que hacerte.
Reproduce un pequeño escritorio en la habitación del hotel
Cuando los niños empiezan la guardería, necesitan que los acompañe su osito de peluche favorito o cualquier juguete al que agarrarse cuando echen de menos su casa y sus padres. Los adultos no somos tan distintos. Pon en tu maleta el calendario de propaganda de Andamios Luis que te acompaña en tu rutina diaria, cambia el fondo de pantalla del móvil para tener el mismo logotipo de la empresa que luce el escritorio del ordenador del trabajo y aprovecha la mesita del hotel para crear un espacio laboral en el que refugiarte cuando no puedas más con tu familia y con el verano.
Convierte lo lúdico en un reto laboral
Si echas de menos el trabajo, intenta mantener tu espíritu laboral incluso si estás en la piscina del hotel. ¿Los niveles de cloro son los adecuados? ¿Quién se encarga de este tema? ¿Puedes conseguir el teléfono del departamento de mantenimiento para asegurarte de que este asunto está controlado? ¿Y el menú de la cena? Son las once de la mañana, sí, pero debería estar preparado ya porque luego se acerca la hora de cenar y todo son prisas. ¿Qué estrés, verdad? La ansiedad es una fiel compañera, basta con saber invocarla en los momentos adecuados.
Llama a tus hijos por el nombre de tus compañeros
Maroto, de Administración, ha olvidado la pala en la mochila del hotel, a ver ahora cómo vamos a construir el castillo de arena que debía estar listo, literalmente, “para ayer”. Eso es típico de él, pero como ya lo conoces trajiste un recambio. Y luego está María Dolores de Ventas, todo el día quejándose. Ahora dice que le han picado los mosquitos. Cuando no es una cosa es la otra. De acuerdo, en realidad no son Maroto y María Dolores sino Guillermo y Clara, tus hijos. Pero en tu cabeza son tus colegas de oficina a los que casi no echas de menos.
Localiza una cafetera y acude a ella cada media hora para la pausa del café
Sal a fumar cada cierto tiempo, aunque estés al aire libre. Habla con quien sea frente a la máquina del café, aunque sea la del bufete del desayuno, y si no hay nadie permanece de pie mirando el móvil. Si hay pausas, parece que hay jornada laboral. No permitas que tu cerebro se acostumbre a la ausencia de patrones.
Insiste en decir “Sí, señor” o “Entendido” cada vez que tu pareja te pida algo
Hemos dicho que tus hijos, en tu cabeza, son tus colegas del trabajo. Pues bien: tu pareja será tu jefe. Aprovecha sus broncas cuando se harte de que no desconectas del trabajo para imaginar que se trata de tu jefe, que te ha citado en su despacho, para reprocharte algo. Siente ese sudor frío y esa tensión que creías que ibas a echar de menos.
Lleva siempre colgando del cuello la tarjeta de acceso al edificio de la empresa
La tarjeta de banda magnética que cuelga del cuello de los empleados es como el chupete de los bebés. Aporta seguridad y sensación de pertenencia a una comunidad. No renuncies a ella aunque estés de vacaciones. Si tus compañeros la llevan también, podréis agarrarla muy fuerte en los momentos de mayor tedio y sentir que estáis todos conectados por un “halo de responsabilidad corporativa” estéis donde estéis.