Desplomado sobre la superficie del Mar Menor, el cadáver del balneario Los Arcos se exhibe frente a la playa de La Ribera con sus tablones vencidos. Ya sin la pasarela que le arrancaron los temporales, se ha convertido en una isla en ruinas. Es el nuevo ‘Floridablanca’, el otro fantasmagórico balneario destruido, que estuvo durante años tendido sobre la orilla de Lo Pagán como cobijo de roedores.

Junto al balneario de Los Arcos, que fue construido en los años sesenta cuando la familia Viudes levantó el antiguo hotel en primera línea, se puede ver el otro pantalán –construido por la misma familia–, que ha perdido también el pasillo que lo une a tierra. Solo los pilares de sujeción emergen en la superficie, convertidos en peana de las gaviotas, que parecen convocar allí sus ‘quedadas’. Con las dos ruinas en el mayor escaparate del municipio costero, las presiones vecinales han llegado al Ayuntamiento, que ya ha solicitado a la Demarcación de Costas del Estado la concesión de ambas estructuras costeras con el fin de rehabilitarlos y reponerlos a la oferta de servicios playeros.

Solicitar la titularidad
El concejal de Turismo, Antonio Martínez, ya ha transmitido a Costas su intención de solicitar la titularidad de estos dos balnearios, más el del Atalayón, que acoge la escuela de vela Socaire, que también precisa reparaciones tras las DANA. En un principio pensó en hacerse cargo también del embarcadero del Miramar, aunque Costas asegura que la Comunidad Autónoma ha solicitado ya su adscripción para regularizarlo como servicio regular de pasajeros, pues en su muelle atraca el ferry que conecta La Ribera con La Manga.

Costas ha confirmado que «se tramitarán todas las solicitudes que el Ayuntamiento presente para el expediente administrativo de concesión, de la misma forma que se hizo con los balnearios que la Comunidad Autónoma está construyendo en Cartagena para su cesión al Ayuntamiento, que es quien tiene que asumir las tareas de mantenimiento».

En el caso de los pantalanes de La Ribera, Costas precisa que «el Ayuntamiento no se ha hecho cargo del mantenimiento de estas instalaciones durante los últimos años, por lo que valoramos positivamente que hayan optado por regularizarlas y comprometerse con ellas».

En el caso de la escuela de vela Los Arcos, la resolución no está tan clara, ya que el Ayuntamiento tendrá que competir con un inversor privado, que ya ha presentado su proyecto a Costas. La elección final dependerá de «si queda justificado adecuadamente el interés público del otorgamiento de la concesión al Ayuntamiento en detrimento del competidor privado, lo que podría valorar su prevalencia a la hora de resolver ambas solicitudes».

La iniciativa privada incluye la continuidad de la escuela de vela, que ha funcionado en ese balneario durante 25 años hasta la destrucción de la estructura de madera, y una vertiente de educación ambiental. La inversión inicial ascendía a 120.000 euros, aunque «después de los daños de la DANA es mucho más, por encima de los 200.000 euros», señala el promotor, José Manuel Meroño, presidente de la asociación sin ánimo de lucro Club de Vela Los Arcos.

El experto en náutica ha ido venciendo las dificultades que amenazaban la actividad en la escuela de vela desde que llegó para dirigirla a finales de los noventa. Desde inversiones continuas para mantenerlo en pie tras los temporales de 2007 y sucesivos, hasta las trabas administrativas de una instalación sin una titularidad clara, el promotor salvó más de dos décadas de funcionamiento, incluso con las concesiones anuales que le iba aprobando Costas desde 2014, hasta que en julio de 2018 expiró definitivamente la concesión que tiempo atrás se otorgó a la Comunidad Autónoma y tuvo que abandonar el balneario, que el temporal de septiembre de 2019 se ocupó de dar la puntilla.

El carpintero Gallut
En su recuperación va la supervivencia de un patrimonio tradicional del Mar Menor, que a mediados del siglo XX contaba por decenas estos pantalanes, construidos por las familias propietarias de las casas señoriales de primera línea para facilitarse el baño sin tener que pisar las zonas fangosas. «Muchos los construyó el carpintero Miguel Gallut», recuerda Meroño.

En Las Ribera ya solo quedan en pie nueve balnearios, desde Socaire en el Atalayón, contando con los dos de la Academia General del Aire –uno para suboficiales y otro para oficiales–, el Cruz de Levante, que es una de las joyas de esta arquitectura marinera; un pequeño balneario de caseta azul en buen estado; Los Arcos, Las Torres, el de Viudes, el Club Náutico y el embarcadero del Miramar.

Fuente: laverdad.es