¿Es seguro bañarse en el Mar Menor, la laguna salada de Murcia?
La presencia de fauna muerta incrementa riesgos habituales, pero “el olor disuadiría al bañista”. El Mar Menor ha visto desarrollarse en los últimos días un nuevo capítulo de la tragedia ecológica que viene viviendo desde hace ya años, con la llegada de (hasta la fecha) casi cinco toneladas de animales marinos muertos o agonizantes a sus riberas.
En este escenario pesadillesco, que bien podría haber salido directamente del genial Gyo de Junji Ito o del terrorífico Dagón de Lovecraft y que además se despliega en plena temporada alta, cabe preguntarse si bañarse en la laguna salada puede entrañar algún riesgo para la salud.
“No es previsible que el baño en el Mar Menor se desaconseje”
Desde la Consejería de Salud de la Región de Murcia, señalan que, aunque se está realizando un muestreo ordinario de la calidad del agua durante estos días, “no es previsible que en este muestreo salgan resultados microbiológicos que desaconsejen el baño, porque se busca impedir la principal causa de riesgo a la salud que es la existencia de aguas fecales. A veces encontramos turbidez por la presencia de clorofila y/o algas, pero eso no supone calificar el agua como no apta para el baño a pesar de su aspecto”.
“Junto a este muestreo se hace también una inspección visual del agua de baño. Se observa transparencia, color, medusas, residuos alquitranados, cristal, plásticos, caucho, maderas, materias flotantes, sustancias tensioactivas y restos orgánicos”, prosiguen.
“En cuanto al riesgo que para la salud puede tener el baño en zonas con presencia de fauna marina en descomposición, el agua marina contiene ya de por si una considerable carga microbiológica. Tanto es así que no se recomienda lavar heridas con ella por el riesgo de infecciones, y además es causa habitual de otras infecciones como otitis y conjuntivitis. Si la presencia de materia orgánica en descomposición fuese muy alta no cabe duda que podrían incrementarse en algo estos riesgos, pero esto sería muy evidente por el fuerte olor y esto disuadiría ya de por sí al usuario del baño”, concluyen.
“No pensamos que el baño en el Mar Menor deba prohibirse”
Es decir, en principio, bañarse en el Mar Menor es seguro. Pedro García, director de ANSE (Asociación de Naturalistas del Sureste) concuerda con este análisis, aunque con matices, tal y como explica: “Depende de la zona, el baño no tiene porqué no ser seguro. En la zonas donde han aparecido muchos peces muertos, desde nuestro punto de vista, no debería haberse permitido el baño, incluso en los primeros dos o tres días (del actual episodio de muerte masiva de animales) que se permitió, y hay zonas en las que todavía siguen apareciendo y acumulándose peces muertos, en las que no se debe permitir el baño; pero de manera generalizada, en el Mar Menor, no pensamos que deba prohibirse”.
De hecho, García llama a no caer en alarmismos. “No es que la calidad del agua no cumpla la normativa. Hay que actuar con sensatez. Igual que dijimos que los primeros días nos parecía una locura mantener las playas abiertas con todos los peces muertos, ahora no hay que pedir cosas exageradas”.
“Es una imagen imposible, irreal”
No obstante, García sí que recalca que, aunque pueda ser seguro, para mucha gente no resulta agradable. “Cómo no se va a ir la gente”, se pregunta, “¡Si llevan una semana entera llegando peces muertos! Y más que los muertos, son los vivos, agonizando. Es una imagen imposible, una imagen de un mundo irreal, podría salir en una película. ¿Cómo no van a estar vacías las playas?”.
La situación es tal, dice García, que está suponiendo un perjuicio muy importante para las personas que viven aquí del turismo marítimo. “Está afectando a mucha gente que además está intentando desarrollar actividades más sostenibles, que está intentando transmitir a los turistas la importancia de la laguna, y acaban de recibir un puñetazo”.
“Se produce una dulcificación del Mar Menor”
Con todo, la cuestión fundamental aquí es que el hecho de que actualmente bañarse en la mayoría del Mar Menor no suponga un riesgo inmediato para la salud no debe hacernos menospreciar la verdadera magnitud del problema que se está viviendo en este lugar de tanto valor natural y ecológico.
Lo que está sucediendo en el Mar Menor es un caso de eutrofización, una contaminación del agua por cierto tipo de nutrientes (principalmente nitratos) que, en este caso, “provienen de la agricultura intensiva” que se practica en los alrededores, explica el experto. Esto provoca una proliferación anormal de ciertos tipos de algas que bloquean la luz y consumen el oxígeno, acabando con la vida de muchos de los seres que habitan en la laguna.
Estos nutrientes llegan al Mar Menor a través del acuífero del Campo de Cartagena. “Lo que se produce es una dulcificación del Mar Menor, antes muy salado, por el intercambio con el acuífero”. Respecto al papel de las altas temperaturas, aunque pueden afectar negativamente a la biodiversidad de la laguna y acelerar el proceso de eutrofización, no deberían bastar por sí solas para provocar episodios como el actual (como señaló hace unos días el Instituto Español de Oceanografía, “los organismos que habitan en este tipo de ecosistemas se encuentran especialmente adaptados a los cambios ambientales bruscos”).
Entre otros efectos, la eutrofización puede provocar emisiones de ácido sulfhídrico como resultado de la descomposición de los organismos muertos y la posterior proliferación de cianobacterias (algo que, reconoce García, “puede que ya esté pasando, aunque por ahora parece que no”), que sí que producen subproductos tóxicos, lo que sí que podría representar un riesgo real para la salud humana llegado el caso.
“Una hecatombe producida por la incompetencia y la avaricia”
Las soluciones al desastre son complejas, y García argumenta que “una cosa que lleva años desencadenándose no se arregla de la noche a la mañana. Gestionar la naturaleza es muy difícil”.
Por ejemplo, cree que es necesario hacer cumplir la protección del cinturón de 1.500 metros alrededor del Mar Menor establecida en la ley 3/2020, ya que en sus palabras “no se ha hecho mucho por implementarla”.
“Sigue habiendo agricultura intensiva. Para crear ese cinturón de verdad es necesario poner dinero y comprar terrenos que son privados, y eliminar agricultura intensiva y suelo urbano, pero la Comunidad Autónoma de Murcia no ha puesto dinero para ello y en su lugar han construido tanques para tormentas que no sirven para nada”.
Por otro lado, García dice que “no nos fiamos del equipo de investigadores que asesoran a la Comunidad Autónoma porque va cambiando continuamente de criterio. Y hasta que no se ponga a expertos independientes que evalúen lo que va ocurriendo de verdad no sabremos lo que hay”, algo fundamental para poder tomar las medidas que sean necesarias.
Sea como sea, la cuestión es que lo que se ha producido es “una tormenta perfecta”, asevera García. “Esto es una locura. Es una situación de caos y desesperación tremenda. Es una hecatombe producida por la incompetencia y la avaricia de los humanos”.
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Fuente: 20minutos.es