Los herederos de Barnuevo ceden al Ayuntamiento de San Javier una noria en ruinas y una lápida funeraria de la histórica finca de La Ribera.
El patrimonio histórico de La Ribera recibe otro mordisco más. Desaparecidas la mayoría de las antiguas villas señoriales que le dieron identidad, la finca Torre Mínguez, que fue la primera edificación de la zona, levantada en 1596, se quedará reducida a la mínima expresión. El Ayuntamiento tiene previsto otorgarle a una empresa promotora licencia para construir 12 villas de entre 121 y 137 metros cuadrados cada una, con piscina, garaje, trastero y tres baños a las que ya han llamado Villas Barnuevo, La Perla de La Ribera.
El nuevo complejo residencial se levantará en los terrenos comprados a los herederos de José María Barnuevo y Teresa Sandoval, de modo que de la finca original, de la que ya se fueron desgajando todas las divisiones que han dado lugar a la urbanización del entorno, se quedará apenas la casa solariega. Torre de defensa en origen, cuando estas atalayas salpicaban la costa para avisar de la presencia de barcos berberiscos, los herederos crearon la vivienda a su alrededor varios siglos después.
Palmeras y arbolado
Teresa Sandoval, legataria directa, se la cedió después a su marido, José María Barnuevo, magistrado de la Audiencia de Madrid, para que pudiera ser elegido senador por Murcia, donde debía tener propiedades acreditadas. Rodeada de palmeras y arbolado diverso, contaba a principios del siglo XX con «1.211 almendros, 861 higueras, 926 oliveras, 74 garroferos, 81 granados, 34 palmeras, cuatro tarays, 10 olmos, cinco grupos de palas, uno de cañas, 8 casas de labradores, seis norias y cuatro balsas», según consta en documentos que citó Serafín Alonso en su historia de La Ribera.
El terrateniente obligaba a plantar cada año 200 árboles y 200 cepas de viña, a reparar las norias y aceñas, y a usar los pastos para el ganado.
A partir de las inminentes obras, la emblemática edificación quedará reducida a poco más que la casa histórica, una vez vendida más de la mitad de la parcela que los sucesivos recortes dejaron en el pasado siglo. Como la Consejería solo ha catalogado de relevancia cultural el edificio, y no el entorno, la promotora podrá construir sus modernos doce chalés en la finca histórica, y nada parece interponerse en la licencia de obras que el Ayuntamiento podría formalizar en la Comisión de Gobierno de mañana.
«No tiene problema urbanístico a nivel de norma y solo falta concretar la cesión obligatoria para abrir dos calles», explica el concejal Antonio Martínez, quien ve «complicado» que un ayuntamiento pueda proteger edificios históricos de la especulación urbanística. «No somos competentes, ya que es Cultura la que nos marca las directrices», afirma el edil.
Antes del vaciado y desmoche de la parcela, los herederos han entregado al Ayuntamiento los restos de la noria centenaria en ruinas, que se encontraba en los jardines de la Torre Mínguez ya que ahora necesitan desalojarlos para la nueva urbanización. «La hemos llevado a una empresa especializada en estructuras hidráulicas antiguas para restaurarla y que, en el futuro, se pueda colocar en un espacio público de La Ribera», explica el concejal de Cultura, David Martínez.
También han cedido la lápida funeraria de sus antepasados, Teresa Sandoval y José María Barnuevo, pobladores de La Ribera. Tras su restauración, se instalará junto a la puerta de la iglesia. Fuentes cercanas a la familia han manifestado su intención de ceder el arbolado que se retirará del jardín, aunque el antiguo reloj de sol vegetal ya se encuentra destruido.
Los herederos se han negado, sin embargo, a ceder la campana que preside la puerta lateral que da a la avenida Sandoval, y que fue de la primera ermita de la localidad marmenorense, a pesar de las diversas peticiones que han recibido.
Fuente: laverdad.es/Alexia Salas