El fartet, un pez 100% murciano
Un novedoso estudio genético realizado por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales a las poblaciones de esta especie en Murcia señala que son autóctonas y recomienda avanzar en la restauración de sus hábitats: Río Chícamo, en las ramblas Salada y de las Moreras y el Mar Menor.
El fartet no ha tenido fácil su supervivencia en la Región de Murcia. El urbanismo, el turismo o el deterioro de los espacios naturales, en parte por la transformación de los suelos para la agricultura y la extracción de agua para regadío, son factores clave en el deterioro de las poblaciones de esta especie de pez en la comunidad junto a otros como la depredación o las últimas lluvias torrenciales.
Aunque este pez en peligro de extinción ha sido objeto de numerosas investigaciones científicas, hasta ahora no se habían hecho estudios genómicos de la espacie que permitieran conocer sus ‘fortalezas’ para adaptarse a un territorio en concreto y entender así el declive de las especies y preparar estrategias de conservación. Dos investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales han llevado a cabo un análisis genético del fartet de la Región de Murcia entre las poblaciones que sobreviven en espacios naturales como el Mar Menor, la rambla de las Moreras en Mazarrón, la Rambla Salada de Fortuna o el río Chícamo en Abanilla.
Su principal conclusión es que los ejemplares que habitan en estos ecosistemas murcianos son autóctonos y no han sufrido alteraciones de su cromosoma, es decir, que estas comunidades «no son introducidas desde otras poblaciones analizadas, ya que mantienen su identidad genética y no muestran signos de migración desde otras poblaciones» como las localizadas en Alicante, Almería, Valencia o Girona.
Los trabajos previos realizados ya concluían que existen valores bajos de diversidad genética en las poblaciones de la Región de Murcia de fartet, especialmente las del Mar Menor, respecto al resto en otras autonomías. «La menor variabilidad genética encontrada en las poblaciones del Mar Menor ha sido explicada como consecuencia de vivir en zonas de alto estrés debido a las elevadas condiciones de salinidad y temperatura en que viven», señala en el estudio Ignacio Doadrio, doctor en Ciencias Biológicas y profesor de investigación en el centro museístico madrileño dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, a quien la Consejería de Medio Ambiente de Murcia ha encargado este estudio.
El investigador se reafirma en que estas condiciones pueden tener una repercusión importante, «especialmente en las poblaciones que viven en explotaciones salineras o en ambientes muy fluctuantes donde puede haber alta mortalidad, pudiendo producirse fenómenos de cuello de botella que favorecen a la larga una reducción de la diversidad genética». Por ello, en el estudio se insta a recuperar las condiciones naturales del Mar Menor para que el fartet pueda recolonizar áreas donde ha desaparecido y aumentar «la variabilidad genética de las poblaciones a través de la dispersión de individuos incrementando así el flujo genético».
En el Mar Menor, este especie actúa como una «metapoblación», es decir, varias comunidades conviven en la laguna con una conexíon entre sí, por lo que se detecta una «alta diferenciación genética hallada entre estas poblaciones» de la laguna.
En las poblaciones de la rambla de las Moreras, aunque muestra ciertas características genéticas compartidas con la población interior de Sax y Villena, en Alicante, «existen genotipos que no se encuentran en las otras poblaciones estudiadas indicando su origen autóctono». En el caso de las muestras del río Chícamo y Rambla Salada, «ambas pueden considerarse como pertenecientes a la misma población y esta no muestra ningún signo de migración o introducción de individuos foráneos». Doadrio señala que «nunca se han realizado estudios genómicos con esta o con alguna otra especie endémica española de peces y sin embargo los datos genómicos tienen el potencial de revolucionar el estudio de la delimitación» de los hábitats.
Los investigadores reclaman continuar con los programas de cría en cautividad, restaurando antes el hábitat, por ejemplo, en la Rambla Salada o río Chícamo, y eliminando las especies que no son propias de esos lugares.
Fuente: laopiniondemurcia.es