Esta práctica, según la Policía, estaba vinculada a los hurtos en la arena

El top manta ya es historia en San Pedro del Pinatar, asegura Inocencio Sánchez, jefe de la Unidad de Playas de la Policía Local del citado municipio. Sus agentes lo han erradicado y hace tres años que no tienen ese problema, manifiesta. Además, «hemos reducido un 90% los hurtos en las playas», ya que, según este cabo, observaron que los dos temas, venta ambulante y delincuencia, estaban relacionados.

La Unidad de Playas lleva tres años en marcha. Los ocho policías que la componen (siete agentes y un cabo) son conscientes de que no pueden cogerse vacaciones en verano, y así lo asumen. Van en bici y están, como el nombre de su unidad indica, a pie de playa, pues «el 70% del servicio se hace andando», dice Sánchez.

Admite que el primer año, cuando empezó su lucha contra los manteros, hubo bastante caos. Pero al final encontraron la fórmula. Lo que hicieron, detalla el cabo, fue hablar con los políticos y conseguir que se modificase una ordenanza. Entonces la norma empezó a indicar que, para que el mantero de turno pudiese recuperar la mercancía (la legal, por ejemplo, si eran productos artesanos hechos por él) que antes le requisó la Policía, lo que tenía que hacer era abonar primero la sanción de 700 euros que se le había impuesto por vender cosas sin permiso en la calle.

Ocurrió que no les compensaba. El valor de la mercancía podía ascender a 100 euros, por ejemplo. Y progresivamente, dejaron de verse manteros en el municipio, dice Sánchez. «Ahora bajo con mi hijo a Las Higuericas, los veo, a los mismos, y me dicen que están ahí porque no pueden ir a San Pedro», comenta el policía.

Sánchez añade que «los pequeños hurtos estaban muy asociados a la venta ambulante», algo de lo que se percataron al identificar a los manteros: muchos estaban fichados por robar. «Iban por la playa y, si veían algún objeto debajo de la sombrilla, se lo quedaban», apostilla.

Valora el «compromiso» de su plantilla, que el 15 de junio ya empieza con la Unidad de Playas, que también se ocupa de otros menesteres, como detectar mirones que acechan a menores bañistas. Así hasta el día 8 de septiembre, cuando los agentes vuelven a hacer labores de seguridad ciudadana. Y cogen sus vacaciones en invierno.

En cuanto al perfil de los manteros, en su totalidad, personas extranjeras que llegan a la Región de Murcia en busca de una mayor calidad de vida que la que tenían en sus países de origen. Algunos tienen papeles y, a lo largo del año, trabajan en el campo. «Tienen miedo: muchos trabajan en la agricultura en los tres meses de verano no echan el paro», dicen fuentes policiales.

En cuanto al material que venden, lo traen de otros países de Europa, principalmente Bélgica e Italia, por mensajería. Los paquetes van a nombre de un español que les hace el favor de recibir las falsificaciones. «Muchas veces, el mismo español que les ha alquilado la vivienda» en la que llegan a vivir 14 personas, manifiestan las mismas fuentes consultadas.

A veces, los manteros viven en Murcia y se desplazan en autobús a las zonas de costa, con su material en la zona de equipajes. La Policía ha llegado a esperarlos en la parada del bus, requisar el material y ya. Para evitar esto, comenzaron a viajar en coches particulares hasta la playa.

Estas personas, en su gran mayoría varones jóvenes, muestran, en general, un gran respeto por la Policía, indican agentes consultados por esta redacción. Los manteros no buscan problemas, insisten las mismas fuentes. Les gustaría pasar desapercibidos, ganarse la vida como buenamente puedan y que les dejen en paz. «No son delincuentes», subrayan las fuentes.

Fuente : La Opinión