Vecinos y turistas lamentan la imagen que ofrece el Mar Menor, la laguna salada de Murcia

La poca playa que queda en Los Nietos, en la zona sur del Mar Menor, está inusualmente desierta para ser el mediodía de un martes de agosto. Apenas algunos transeúntes por un paseo marítimo con más carteles de ‘se vende’ que sombrillas, toallas y colchonetas. «Hoy ponen los mercadillos de La Unión y de Los Belones y la gente se marcha», justifica la diáspora José, un vecino de 68 años que antes de jubilado fue minero, albañil y panadero y que ahora tiene todo el tiempo del mundo para contemplar la degradación de la laguna desde su casa, a solo unos pasos de la misma orilla donde el lunes aparecieron miles de peces y crustáceos muertos. «Yo solo recogí 28 toneladas», calcula. Hace unos años, este padre de ocho hijos y abuelo de 18 nietos pescaba aquí algunos kilos menos de doradas, lubinas y mújoles. Pero aquellos estaban vivos. «Ya no me fío». Tampoco de los políticos, que lo único que hacen para solucionar el problema, a su juicio, es «matarse entre ellos antes de levantarse para ir a almorzar». Aunque José va más allá al culpar al «ser humano» del estado actual del humedal.

«Pero, ¿podemos bañarnos aquí? Está muy sucio», recela Paqui, una vecina de Campello (Alicante) que pisa por primera vez en su vida el Mar Menor después de algunos veranos en Águilas. «Me ha dado mucha impresión ver cómo está el agua y la arena. Me he llevado una decepción», resume su amiga Pepi. Ambas estampan su firma en los papeles que les presenta Domingo, un miembro de la Plataforma SOS Mar Menor que recoge apoyos para la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) que se pretende trasladar al Congreso de los Diputados para dotar al humedal de personalidad jurídica. Los mismos papeles que están a disposición de los vecinos en el estanco, en el supermercado y en alguno de los bares donde los parroquianos debaten, cómo no, sobre el estado de la laguna. «Yo me baño todos los días prácticamente solo. Y veo el agua mejor que otros años, fíjese», lleva la contraria José, un ‘outsider’ de Cieza.

Los amigos que se van

Unas calles más allá, en el porche de su casa, Antonia se queda «sin palabras» para definir la situación del Mar Menor y su entorno. «Estamos de luto. Esto es un velatorio. Han abandonado un pueblo como Los Nietos, que ha sido la primera playa de Cartagena, un pueblecito de pescadores con encanto. Y lo están dejando morir». Esta vecina de Cartagena ya no se baña en el mar que tiene a unos pocos metros de su vivienda, en la que ha pasado 53 de los 73 agostos de su vida. Pero el remojón a la puerta de su casa no es lo único que ha cambiado. «Se han ido las buenas amistades que teníamos, y los que hemos invertido los ahorros de toda nuestra vida en Los Nietos vemos que no tenemos nada porque se ha devaluado todo». Y lo peor es que «no tenemos esperanza ninguna» de ver un cambio a corto y medio plazo. Menos aún «con los políticos que tenemos, que no tenemos», ilustra.

«Es un paisaje maravilloso, me recuerda a las calles de La Habana (Cuba)», define Francisco, un informático de Córdoba de 54 años que también visita el Mar Menor por primera vez. «Venimos a darnos un baño, pero no invita a ello. Es una pena que un sitio así esté contaminado». A poca distancia, los jóvenes y sonrientes turistas franceses Petit y Cremades se hacen selfis en el paseo marítimo. El «mal olor» que por momentos se mezcla con la brisa marina no les va a robar el posado para Instagram. «Este año noto más contaminación», valora Petit, que pasa el verano junto a su familia en un apartamento en Islas Menores desde hace diez años.

Precisamente en Islas Menores, la playa de Levante luce más concurrida. Dos familias de Hellín (Albacete) disfrutan aquí de su primer día de vacaciones, al que no ponen «ninguna pega». Las brigadas de limpieza del Ayuntamiento de Cartagena y la Comunidad Autónoma se han encargado de ello. «A veces viene un poco de peste», matizan. Apuntan a la zona donde tres trabajadores siguen retirando fango y peces muertos sin más ayuda que un salabre, un palo con una pequeña red que antes servía para pescar peces vivos.

ANSE advierte de que la mortandad de peces puede trasladarse al norte del Mar Menor

El director de la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), Pedro García, sostiene un cangrejo azul tan grande como la palma de su mano, pero completamente «moribundo». Es solo una de las muchas especies que ayer aparecieron agonizando cerca del puerto Tomás Maestre, en la orilla noreste del Mar Menor. Algo que, a juicio de Pedro García, es una «muestra significativa» de que la mortandad de peces puede trasladarse a otras zonas de la laguna, lo que demuestra que el problema del Mar Menor «no se ciñe solo a la orilla sur». ANSE pidió ayer que «no se dé por cerrado» el último episodio de mortandad de peces en el Mar Menor, y exigen la elaboración de «un estudio riguroso e independiente» sobre este asunto al considerar que «no se puede asegurar que la causa de la muerte no es la falta de oxígeno». Señalar el aumento de las temperaturas como la causa del episodio es, a juicio de García, «una forma más de echar balones fuera por parte del Gobierno regional».

Fuente: laverdad.es