De menos de 5.000 a casi 24.000 según el último censo: la población de hipocampos ha crecido gracias al mejor estado de la laguna. Elegantes, ingrávidos y con ese físico peculiar que les hace inconfundibles, los caballitos han comenzado a dejarse ver de nuevo en el Mar Menor. Después de que casi desaparecieran cuando la laguna estuvo a punto de pudrirse por el episodio de eutrofización que estalló en la primavera de 2016, y que provocó la destrucción de más del 80% de sus praderas vegetales, la mejoría en los parámetros ambientales del humedal ha facilitado un aumento de la población de hipocampos, estimada ahora en 23.817 ejemplares según el último censo, cerrado en diciembre del año pasado. Unas cifras que prácticamente multiplican por cinco el último conteo, de 2017, que arrojó una preocupante estimación de 4.849 individuos. Esos datos encendieron todas las alarmas porque suponían la pérdida del 90% en los últimos cinco años.

La Asociación Hippocampus, compuesta por veinticinco incansables voluntarios, realiza desde hace doce años el seguimiento de esta especie amenazada, en peligro crítico según el Libro Rojo de los Vertebrados de la Región de Murcia. Los trabajos en 2018 consistieron en dieciséis muestreos, entre el 31 de marzo y el 10 de noviembre, con la participación de 25 buceadores. La información sobre la situación actual del ‘Hippocampus guttulatus’, que acaba de ser procesada, ya ha sido remitida a la Consejería de Empleo, Universidades, Empresa y Medio Ambiente.

¿Por qué esta repentina resurrección de este raro pez de la familia de los signátidos? Básicamente gracias a la «excelente» supervivencia de individuos jóvenes a las primeras etapas de vida -lo que se conoce técnicamente como reclutamiento- y a la recuperación de la cubierta vegetal «prácticamente en toda la laguna», salvo los fondos «situados a más de cinco metros», señalan en su informe los expertos de la Asociación Hippocampus. Aunque lenta, la evolución positiva del Mar Menor, donde la vida comienza a abrirse paso en unas aguas más limpias y transparentes tras la drástica reducción de los efluentes agrícolas, «permite abrigar esperanzas en cuanto a la recuperación de la especie». Hippocampus, sin embargo, no lanza las campanas al vuelo porque la disminución de los caballitos es un hecho comprobado desde el año 2012, cuando se cerró un primer censo con casi 200.000 ejemplares.

Una tendencia descendente que «pone en peligro la supervivencia» de la especie emblemática de la laguna murciana, donde hace unas décadas era tan abundante que los pescadores los sacaban a diario por cajas para secarlos y venderlos como recuerdo del Mar Menor, una vez blanqueados con lejía.

Doradas, lubinas y jaibas
El sino del distinguido hipocampo es sortear obstáculos que parecen conspirar para erradicarlo: si consiguió superar la extracción masiva de ejemplares por el hombre y la ‘sopa verde’ en que se convirtió su hábitat, aún está por definir el impacto de las «crecientes poblaciones de dorada y lubina», sus principales depredadores naturales, a las que recientemente se ha sumado un nuevo enemigo: el enorme cangrejo azul o jaiba -‘Callinectes sapidus’-, una especie invasora que «podría estar provocando un retroceso en la población de caballitos», temen los voluntarios de Hippocampus. Ojo a este dato: los pescadores sacaron el año pasado 4.562 kilos de estos grandes crustáceos en la laguna. En 2017, solo 622.

La Asociación Hippocampus, que coordina Cristina Mena, demanda un plan de recuperación para el caballito, que solo se pondrá en marcha si se le declara en peligro de extinción o al menos vulnerable. Y el Ministerio para la Transición Ecológica solo le otorgará esa consideración si se demuestra que sus efectivos se han reducido un 40% en el último medio siglo.

De ahí el trabajo constante y contra el reloj para generar una mínima literatura científica que justifique una inversión de la Administración en acciones de conservación. Así que la salvación del frágil caballito también depende de la información: «Queda pendiente un estudio que nos permita estimar el tamaño de la población antes de que iniciara su declive en los años 90. Eso nos permitiría saber en qué medida se ha reducido y cómo son de urgentes las medidas que habría que adoptar para asegurar su supervivencia», plantea Cristina Mena.

Fuente: laverdad.es