Un informe calcula que la DANA arrastró a la laguna hasta 1.000 toneladas de nitratos y que la «degradación profunda» del ecosistema se está haciendo crónica. El Mar Menor está ahora mismo medio muerto. Literalmente. Según un informe que se ha hecho público este lunes, más de la mitad de sus fondos están «devastados» por el proceso de eutrofización que se desató en la primavera de 2016 y que se agravó el pasado verano, con la puntilla de las lluvias torrenciales de septiembre, que arrastraron a la laguna más de 100.000 toneladas de sedimentos que contenían entre 500 y 1.000 toneladas de nitratos, más de 100 de fosfato y 35 de amonio. Así, una superficie de más de 9.000 hectáreas (de un total de 17.000) en los fondos del humedal habría quedado sin vida por la falta de oxígeno.

El ‘Informe de síntesis sobre el estado actual del Mar Menor y sus causas en relación a los contenidos de nutrientes’ pinta un panorama muy negro: la eutrofización «ha supuesto una degradación profunda» de la laguna que «se está cronificando y además lo ha convertido en un ecosistema extremadamente vulnerable a múltiples factores». Y «en cualquier momento», se advierte, «se pueden volver a desencadenar episodios agudos de mortandad».

El estudio, donde se afirma que la muerte de peces del 12 de octubre se dio «en casi toda la extensión de la laguna» y no solo en las playas de La Mota y Villananitos, lo firman Juan Manuel Ruiz Fernández (Instituto Español de Oceanografía), Víctor M. León (IEO), Francisca Giménez Casalduero (Universidad de Alicante), José Álvarez Rogel (Universidad Politécnica de Cartagena), Gonzalo González Barberá (Cebas-CSIC), Julia Martínez (Fundación Nueva Cultura del Agua), Miguel Ángel Esteve Selma (Universidad de Murcia), Rosa Gómez Cerezo (UMU), Francisco Robledano Aymerich (UMU) y Lázaro Marín Guirao (IEO). Los ocho primeros abandonaron el Comité de Asesoramiento Científico del Mar Menor en distintas fechas por diferencias de criterio en cuanto a su operatividad, falta de autonomía por su dependencia del Gobierno regional y transmisión de conclusiones no consensuadas entre todos sus miembros, entre otros motivos.

La trampa de la transparencia

En este informe insisten en quenunca estuvieron de acuerdo en identificar la transparencia de las aguas que se observó el año pasado con una hipotética recuperación de la laguna: «La evidencia científica y las circunstancias reales no apoyaban un diagnóstico de recuperación. Básicamente, seguía existiendo una grave alteración del ecosistema», aseguran.

Los diez investigadores recuerdan que el episodio de eutrofización (conocido popularmente como ‘sopa verde’) que sufre la laguna se debe al exceso de nutrientes recibidos durante décadas procedentes de la actividad agrícola y ganadera, vertidos urbanos y otras fuentes contaminantes; un proceso que se aceleró a partir de 2015, cuando se disparó el nivel de clorofila A en la columna de agua y el ecosistema perdió su capacidad de ‘digerir’ el fitoplancton.

Al dejar de llegar la luz al fondo, se perdió el 85% de la vegetación sumergida, equivalente a 20.000 toneladas de biomasa vegetal. El Mar Menor se quedó sin un «elemento clave» en la regulación de nutrientes, y además la posterior descomposición de las praderas marinas muertas se convirtió en «un importante reservorio de nitrógeno, fósforo y materia orgánica». Así, «a los aportes externos de nutrientes que sigue recibiendo la columna de agua procedente de la cuenca, se suman los que libera el propio sedimento, sobre todo fósforo y amonio», puntualizan.

Filtros verdes y recuperación de humedales

Los investigadores concluyen que la recuperación del Mar Menor «será un proceso largo y muy complejo porque, incluso con la eliminación de todas las entradas de nutrientes procedentes de la cuenca, la liberación de nutrientes desde sus fondos continuará durante bastante tiempo. Por tanto el primer paso para la recuperación es atajar la entrada de sedimentos y nutrientes con medidas de prevención en origen». El informe propone soluciones basadas en la naturaleza, como filtros verdes, recuperación ambiental de cauces y de humedales periféricos, nivelación del terreno para frenar la erosión, uso de cubiertas vegetales y setos y otras iniciativas que ayuden a la retención y eliminación de los nutrientes antes de que lleguen a la lámina de agua.

Sobre el plan de ‘vertido cero’, consideran que «deberían revisarse» las medidas «basadas principalmente en obra pública, que no cuentan con un análisis de su eficacia». También advierten de las actuaciones propuestas por el Gobierno regional a corto plazo para mejorar la oxigenación de la laguna, como «incrementar los aportes de agua desde el Mediterráneo», que «no son una opción para solucionar el problema, ya que no actúan sobre el origen y además provocarían efectos colaterales completamente indeseables».

El informe finaliza resaltando que el mejor termómetro para evaluar la eficacia de las actuaciones es «el estado real de los hábitats, comunidades y especies de la laguna del Mar Menor, así como los de la franja adyacente del Mediterráneo, los humedales litorales y otros espacios protegidos asociados». Actuar de forma «precipitada, insuficiente o inadecuada», avisan, «comprometerá seriamente» la aplicación del Plan de Gestión Integral aprobado recientemente para un espacio natural que cuenta con numerosas figuras de protección, locales, nacionales e internacionales.

Fuente: laverdad.es