La roca limítrofe fue testigo silencioso de los más de seis años de pleitos que el conde de Roche libró contra el Ayuntamiento de San Javier, por sus pretensiones de cobrarle elevados tributos por instalar la feria en su término municipal. El aristócrata solo tuvo que irse dos calles más arriba, al otro lado de la piedra, para eludir la avidez fiscal de San Javier. «Se lo llevó a una especie de limbo territorial y ganó todos los recursos», afirma el cronista, quien confirma que «está claro que todo empezó ahí, tal vez por la presencia de agua y la villa romana».
De esa dualidad que vivían los antiguos alcazareños saben los que fueron alcaldes pedáneos de los dos municipios matrices, supervivientes de un tiempo que no volverá. Alfonso Bastida y Antonio Carrasco desempeñaron el difícil papel de representar a San Javier en un pueblo que fraguaba su segregación, al igual que Juan López por Torre Pacheco. Los tres estuvieron presentes ayer en el acto de recuperación histórica. «Ahora la piedra simboliza la unión del pueblo y nos recuerda que surgió del coraje de los vecinos, con la misma resiliencia que han demostrado para superar las inundaciones y con la que afrontan ahora la epidemia», aseguró el alcalde de Los Alcázares, Mario Pérez Cervera. Protegido por una urna, el hito histórico se puede ver ya frente a la playa Carrión.
Fuente: laverdad.es