Empresas agrícolas proyectan un parque solar en 64 km del canal del Campo de Cartagena

Un parque solar sobre los 64,28 kilómetros del canal del Campo de Cartagena que recibe las aguas del Trasvase Tajo-Segura. Es el proyecto que propone el Grupo Operativo de Economía Circular del Agua, una asociación sin ánimo de lucro que integran varias empresas agrícolas. Pretenden reducir el creciente coste de su principal insumo de producción: la energía, convertida en el nuevo ‘quitasueños’ global por la dependencia de los combustibles fósiles procedentes de zonas en conflicto y por la paulatina descarbonización de la industria.

El técnico ambiental Juan Carlos Blanco, que ha ideado el proyecto, calcula que «el potencial bruto del canal podría ser de 97,6 megavatios pico aunque, teniendo en cuenta que en la mitad de la superficie no se podrían instalar placas por la existencia de puentes, vías de paso, sombras de árboles o invernaderos, estaría disponible la mitad de su superficie, lo que nos daría una cifra realista de 50 megavatios pico».

Para dar una idea del potencial energético de este parque, Blanco recuerda que «la desaladora de El Mojón tiene una potencia instalada de 15 megavatios por hora para sus procesos, como el bombeo desde el Mediterráneo, la prefiltración, tratamiento con membranas de alta presión y la distribución a los depósitos reguladores». El técnico destaca el potente impacto que tendría en la reducción del precio del agua, el gran lastre económico del agro murciano.

La ingeniería del parque prevé unos tramos de placas solares en perpendicular al canal y otros en paralelo, en función de la incidencia del sol en cada trecho del canal. El técnico apunta la ventaja de que «discurre por infinidad de líneas eléctricas de diferente tensión, que se conectan a las subestaciones de transformación y reparto hasta los diversos puntos de consumo». Cree que «la obra civil sería menor que en una planta solar fotovoltaica, estaría próxima a las zonas de consumo y tendría un bajo impacto paisajístico», a diferencia de las proyectadas en Cartagena, Mula y Jumilla, rechazadas por los ecologistas.

A las ventajas generales, Blanco añade las propias de instalar el parque sobre las aguas del canal. «La sombra de las placas reduciría la evaporación de la lámina de agua libre, al tiempo que la producción de las placas solares sería superior por el microclima que genera el canal, que ayuda a equilibrar la temperatura de las celdas solares», expone.

Blanco no obvia como inconvenientes «la sinuosidad del trazado, que incrementaría el coste de los suportes», aunque propone el uso de vigas de hormigón de producción local para reducir la huella de carbono. También señala la necesidad de adaptar una maquinaria especial para la limpieza del cauce. Según sus cálculos, al reducir el consumo de combustibles fósiles se evitaría cada año la emisión de 82.807 kilos de CO2 a la atmósfera. Propone además un parque híbrido, que durante el día tome la energía del Sol y, por la noche, active los acumuladores de hidrógeno verde, que se carga en baterías para mantener los consumos en días nublados.

Con «cautela»

El presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), Mario Urrea, ve «muchas ventajas e inconvenientes soslayables, sobre todo porque en la Región hay escasez de agua y tenemos que potenciar la innovación». Sabe de un proyecto similar en Navarra que el Ministerio ya tiene en estudio sobre la mesa y apunta términos a aclarar, como las posibles lagunas legales que se puedan hallar, los cánones de ocupación y el cálculo del pago en relación al beneficio.

Tampoco le suena a nuevo al presidente del Sindicato de Regantes del Campo de Cartagena, Manuel Martínez, quien alude a proyectos similares en Australia. «Me parece bien», afirma, aunque apunta dudas sobre «si los transformadores estarían dispersos y expuestos, al ser un parque solar lineal». Prefiere ser «cauto» con respecto a la rentabilidad del proyecto, en relación a la alta inversión requerida, más de 30 millones de euros, según los promotores, aunque por otra parte estaría en el foco de los objetivos sostenibles de los fondos europeos ‘Next Generation‘.

En relación al impacto de la energía en el precio del agua desalada, Martínez asegura que «en situaciones normales supone entre un 45% y un 65% del importe del metro cúbico, pero ahora se sitúa entre un 85% y un 90%». Por eso hasta ahora el Scrats ha defendido que «el agua desalada por sí sola no es viable».

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Fuente: laverdad.es