Ignorancia social

Nací hace ya algunos años, para más señas en la década de los sesenta del siglo pasado, con lo que, como se dice eufemísticamente de los que vamos para viejos, tengo ya una edad. Pues debo confesar que en esa edad nunca había vivido el fenómeno que se da en nuestros días, años de evolución humana desde el primate para terminar como ellos, siendo verdaderos primates.

Desde que nací, mis padres, siendo como eran trabajadores, casi sin estudios y sin una cultura especial, fomentaron en mí el gusto por la lectura, por la cultura y por el estudio y creo que hablo por toda una generación que vivimos en aquel ambiente.

Gente inculta ha habido siempre, pero nunca los he visto, presumir de no haberse leído un libro en su puta vida, ni de no haber visitado un museo nunca, gente que ha visitado una catedral gótica y solo ha visto en ella piedras viejas, o que han visto Las Meninas como un buen dibujo o La Maja desnuda de Goya simplemente como eso, una mujer desnuda, o que siguen pensando que los Reyes Católicos son Melchor Gaspar y Baltasar. Pero ahora esa estulticia se ha hecho bandera, se presume de ello, se vanaglorian de haber pasado su vida sin haber hecho ninguna actividad que fomente un poquito su mente.

El mayor problema es que esta gente sí ha tenido acceso a la cultura.

Aunque nunca hayan ejercido, se ha convertido en la clase dominante. Los tenemos en los más altos cargos del Estado y en todas las instituciones que nos gobiernan y eso ayuda a fomentar más la incultura entre las clases, supuestamente dominadas. Pero estas clases dominantes, que no se lo crean, serán siempre las dominadas, precisamente, por esa incultura.

Escuchar a la vicepresidente del gobierno, abogando para que el concepto “Matria” sustituya al de “Patria”, resulta patético. Nadie le explicó a doña Yolanda Díaz que “Patria” no proviene del latín “Pater”, que significa padre, sino de “Patrium” con el significado de país de los antepasados, la hace caer en el ridículo. Escuchar a los dirigentes de Podemos quejarse amargamente de que trabajan en inferioridad de condiciones, porque muchos diputados de la oposición, saben hablar en público, cuando ellos no lo han hecho nunca, y están muy preparados, resulta cuanto menos curioso. ¡Qué desfachatez! Acudir al Parlamento con experiencia en oratoria y una preparación adecuada. ¡Qué sinvergüenzas!

Además de la nefasta disposición, ha utilizar un, llamado, lenguaje inclusivo, por no discriminar a ningún genero o clase, saltándose las normas del masculino genérico, no haciendo caso a las normas ortográficas en las que el sufijo –ente, designa a la persona que ejerce la acción del verbo, así de cantar cantante, de amar amante y de presidir presidente, sea cual sea al género del sujeto, oímos cosas como presidenta, y pronto oiremos lo de cantanta, o amantes y amantas, durmientes y durmientas.

Además de crear una nueva manera de hablar, en la que los adverbios han desaparecido “malo no, lo siguiente” en lugar de “malo no, peor” o al contrario “bueno no, lo siguiente” en lugar de “Bueno no, buenísimo”.

Es posible que este tipo de pseudo lenguaje, o directamente, patada al diccionario no sea discriminatorio para ningún género ¿Pero qué pasa con nosotros? Hombres y mujeres que queremos hablar, leer o escuchar nuestro idioma tal y como es y no como se lo inventan algunos de estos personajillos de nuevo cuño.

Por su parte, los medios de comunicación fomentan el gusto de vivir en la ignorancia, ofreciendo únicamente una parrilla de programación dedicada esencialmente a entretener y evitar el pensamiento, aunque sea con los más sucios trapos de portera; la llamada prensa del corazón, cuando realmente apunta dos palmos más abajo.

Las redes sociales también han fomentado y desarrollado una nueva forma de escribir, con abreviaturas imposibles y lees, cosas que resultan incompresibles, suponiendo una auténtica fuga de vocales y ausencia de preposiciones.

En toda esta estulticia e ignorancia, en esta aversión a lo que huela a cultura, en este evitar analizar y pensar en las situaciones, en el mundo que nos rodea, en este creer que la historia es algo pasado que no se va a volver a repetir, ¿Dónde quedamos los que buscamos e incluso necesitamos un poco más de profundidad en los planteamientos? En esas políticas de no discriminación, los discriminados somos nosotros, esos que buscamos algo mas, pero para ellos es mejor discriminarnos, no vaya a ser que seamos capaces de criticarlos a base de pensamiento y preparación.

Así nos va, pero sin duda, cuando esta moda de la incultura pase, nos irá mejor. Desde aquí aliento a no darnos por vencidos ni caer en la comodidad a la que esta gentuza nos quiere abocar.

Mi homenaje desde estas líneas a Jesús Quintero. Adiós loco de la colina, hasta la próxima.

Antonio F. Samper

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