Santiago de la Ribera: Ribereño del año

Como todos saben, soy de Santiago de La Ribera, una entidad de población o pedanía dependiente del Ayuntamiento de San Javier. Me queda el orgullo que, salvo fugas esporádicas, he pasado mi vida en ente pueblo y que incluso nací en él, pues en los años sesenta no tenía hospital y fui alumbrado en la misma casa de mis padres, siendo uno de los pocos ribereños que podemos alardear de eso. Pero hoy ha cambiado, se ha llenado de servicios y la vida es más cómoda, aunque menos tranquila que en épocas pasadas.

Este pueblo, como todos tiene sus personajes; esos vecinos que no pasan desapercibidos y que son conocidos por todos. Es el caso de mi amigo Ramón, un hombre, que también ha vivido en Santiago de La Ribera durante sus sesenta años de vida. Proviene de una familia de pescadores que se remonta hasta sus abuelos, una familia histórica de la localidad que durante tres generaciones han surcado el Mar Menor, para sacar los mejores frutos de esta laguna: su exquisito pescado.

Era un niño cuando ya estaba subido a un barco, echando redes a las órdenes de su abuelo primero, después de su padre, o haciendo equipo con su hermano mayor.

Cuando todos los anteriores faltaron y se marcharon a surcar otros mares, Ramón, marinero de vocación, ha seguido en la mar, pescando hasta el mismo día de su jubilación y es de los últimos marineros que se han jubilado. Las nuevas generaciones de pescadores, son jóvenes que empiezan en el arte de la pesca y que han aprendido de los viejos maestros; además, mi amigo ha dejado la herencia, manteniendo la tradición familiar, la cuarta generación de su familia sigue surcando en Mar Menor, en su hijo de igual nombre, Ramón. No hay nadie con más méritos y mejor posicionado para el singular homenaje.

Santiago de La Ribera, se encuentra ahora en la plenitud de sus fiestas patronales. En primer lugar la Patrona del mar, La Virgen del Carmen, el culto mariano más arraigado en las zonas costeras y pocos días después Santiago Apóstol, el patrón del pueblo, el Apóstol Santo a cuya advocación los fundadores del poblado lo consagraron.

Hay que explicar que durante varias décadas, coincidiendo con la festividad de la Patrona del Mar, se realiza una solemne procesión marítima, en la que la imagen de la Virgen surca el Mar Menor, procesión en la que nunca faltan los barcos de pescadores, engalanados para la ocasión, que navegan acompañando a la sagrada imagen y como no podía ser de otra forma, el barco de la familia de Ramón, cada año ha salido a venerar a la Virgen del Carmen.

Después de la procesión se celebra el acto de homenaje a quien ha sido nombrado “Pescador del Año”, así ha sido durante décadas, todos los viejos pescadores y los no tan viejos han sido galardonados y homenajeados, todos excepto mi amigo Ramón. Este año no se ha concedido ese homenaje y se ha sustituido por el de “Ribereño del Año”.

Bien, es verdad que mi amigo es una persona clara y sincera, que habla, sin pelos en la lengua, en uso de la libertad de expresión, que critica sin piedad lo que cree que no está bien. La organización de las fiestas, ciertas decisiones del Consistorio, no comulga, ni de lejos, con las ideas del partido político que gobierna el Ayuntamiento y un largo etcétera. Por eso ha sido castigado a quedarse sin homenaje. La Comisión de Festejos ha perdido una ocasión de oro para demostrar su ecuanimidad y neutralidad política, dándole el nombramiento homenaje, como último pescador jubilado y por una vida completamente dedicada al mar.

¡Cosicas de una política intransigente y rencorosa!

El nuevo galardón de “Ribereño del Año” ha recaído en doña María Ángeles Chumillas, conocida en el pueblo como “Chumi”. Una profesora del colegio público a la que todos, los que tenemos una edad, asistimos a sus clases y recordamos con cariño. Una buena persona integrada en el pueblo, a pesar de no ser originaria de aquí, sino del cercano Los Alcázares, pero participativa en las actividades de su pueblo, de acogida y luchadora en extremo en sus necesidades, organizando galas, cenas y bingos benéficos para obtener fondos para la financiación de diferentes obras del pueblo o con Cáritas Parroquial, llegando incluso a defender el pueblo en una concejalía del Ayuntamiento.

Hoy, ya jubilada, vive su vida de forma tranquila y plácida, retirada de actividades públicas y no se me ocurre nadie que mereciera más que ella el nombramiento y eso a pesar de todo me hace feliz.

La alegría por el nombramiento de Chumi no mitiga la rabia y la impotencia por la injusticia hecha a mi amigo Ramón, de la familia de “Los Gurullos”.

Desde hoy sé que este artículo y otros anteriores, y otros que vendrán, son el freno a que, en un hipotético futuro, me sea concedido el “Ribereño del Año”, no creo que, nunca nadie, pensara en mí, pues tampoco tengo méritos, pero si alguien lo hiciera, estas y otras opiniones, lo impedirán.

Antonio F. Samper

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Enlaces a organizaciones solidarias que necesitan nuestra ayuda para proteger al Mar Menor la laguna salada de Murcia: