Un héroe de la vida

Y seguimos en agosto y seguimos de vacaciones. Nuestros políticos y administradores públicos de vacaciones, sin hacer ni decir nada. He de reconocer que se está mejor así. Que vivimos más tranquilos, que da miedo pensar que hay que volver a soportarlos, con sus ideas descabelladas, sus propuestas que a nadie convencen y con sus explicaciones de pata de banco.

Parafraseando al genial Groucho Marx “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”.

Así que definitivamente estamos mejor con ellos de vacaciones, pero para este pobre escribidor le resulta infructuoso escudriñar periódicos, redes sociales y televisión para encontrar de que hablar en esta columna semanal y solo encontré la última de doña Irene Montero, de solicitar a las CCAA que cierren los prostíbulos; se ve que no sabe que hacer para que Pablo Iglesias duerma en casa, pero no merece mayor comentario.

Así las cosas, tal vez sería mejor que yo mismo me fuera de vacaciones, pero como no tengo ni tiempo ni intención, continuo con mi labor.

Voy a contar la historia de otro de esos amigos con los que mantengo una relación de muchos años, uno de mis mejores amigos, un hombre íntegro, un luchador.

Con estas historias prestadas, no pretendo solo ensalzar el comportamiento de estos, y aunque lo hago desde el mayor de los cariños y aprecio, me gustaría que sirvieran de ejemplo a muchos de nuestros jóvenes que viven una vida disipada, superficial y sin compromiso.

Mi amigo, debo decir, de primeras, que no es muy alto, que es más bien bajito y grueso desde que lo conozco y que supongo en que su niñez, a pesar del indudable cariño de sus padres, también recibiera las bromas de los crueles compañeros de clase.

Si así fue, a él no le importó, siguió con su vida, con sus aspiraciones e ideales.

Terminó sus estudios primarios, su ciclo en el instituto y consiguió acabar sus estudios de radiología hasta conseguir una plaza de su especialidad en el Hospital Los Arcos.

Como casi todos los de mi generación nos esforzamos, luchamos y nos preparamos para una vida de compromiso y dificultades.

La suerte vino a visitarlo en forma de mujer, una compañera del hospital, que proveniente de un matrimonio fallido y que aportaba una hija pequeña, encontró en él, y él en ella, el complemento ideal para sus vidas y el amor incondicional. Se casaron felices y con mayor felicidad tuvieron a su hijo.

Mi amigo es otro de los que lo ha conseguido: Una mujer con la que compartir el camino de la vida que, por lo que he podido comprobar, se adoran, y un hijo al que darle todo su cariño, junto a la hija de su esposa, a la que trata como suya propia, con la naturalidad de quien está comprometido con la vida.

Ha conseguido un trabajo estable, una familia con la que compartir la vida y a la que darle amor, y una vida plácida, al menos en lo posible en nuestra actualidad.

Como persona inquieta y con afán de saber y conocer, es un enamorado de la literatura histórica, la que devora en sus ratos libres y de la fotografía, perdiéndose horas y más horas entre entornos naturales para obtener las mejores instantáneas de fauna viva; otras de sus pasiones.

No ha tenido una vida azarosa, de aventuras, ni, tal vez, digna de reflejarse en una película, pero ha tenido una vida plena, tranquila y llena de la mayor virtud que se puede tener, el compromiso con todo lo que ha tenido delante. De esas personas que, en silencio y con tranquilidad, pasan desapercibidas para muchos, pero que yo considero auténticos héroes de la vida, que han vivido la mayor aventura de todas, luchar contra los problemas, que sin buscarlos, te van apareciendo en tu camino y superarlos; como digo un héroe.

Toda esta historia, que supongo que para muchos de los lectores resultará poco interesante, como he dicho al principio, me gustaría que resultase interesante y ejemplo para las nuevas generaciones de jóvenes, imbuidos por un deseo de comodidad, sin compromiso ante nada, a los que dejan aprobar y pasar de curso sin esfuerzo y a los que sus padres, en un sentimiento de superprotección, les allanan el camino y se enfrentan por ellos a cualquier dificultad, sin imponer disciplina y sin fomentar en ellos el necesario afán de superación. Esos jóvenes, muchos actualmente, que no han sufrido reveses en su vida, que no se han hecho más fuertes en las dificultades, porque siempre han tenido quien se las resuelva por ellos.

Sirve de ejemplo, querido amigo.

Antonio F. Samper

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