Señores proponentes, consejero incluido, no insulten la inteligencia de los murcianos y demás defensores del Mar Menor. Perdón por el titular y el tono, pero es que está uno muy cabreado, incluso más cabreado que el día de los peces muertos, con lo del decreto ley que tramitan en la Asamblea Regional para que no se puedan echar abonos perjudiciales para el Mar Menor a menos de 500 metros de la ribera del mar, aunque el consejero de la ‘cosa’ ha tenido la desvergüenza últimamente de decir que no descarta ampliar la franja de 500 metros si hay estudios que lo respalden. Digo desvergüenza, que no sé si es más o menos que poca vergüenza, porque ya me explicará el consejero de dónde ha sacado los estudios que aconsejan que con 500 metros la cosa se soluciona. ¡Mentiroso! Alguien le ha dicho que no más de 500 metros y amén Jesús.

Estamos acostumbrados a que nos tomen por tontos, pero a que nos tomen por gilipollas, por ahí no pasamos, por lo menos algunos pocos de los que fuimos a la manifestación de Cartagena, porque, como decía Forrest Gump cuando le preguntaban si era tonto, «no señor, los tontos son los que dicen tonterías», así que aplíquense el cuento los que dicen gilipolleces.

Sr. consejero de la ‘cosa’, ¿a quién se le ha ocurrido lo de los 500 metros? ¿A su señoría, a sus asesores, a los expertos, al Comité Científico o a algún agricultor que pasaba por allí? Pregunte, pregunte, o mejor aún, coja un plano del Mar Menor o mírelo en Google y comprobará que se trata de una gilipollez, porque en todo el perímetro del Mar Menor apenas hay un 3% (1.500 metros) y alrededor de 5 ha de áreas cultivadas, porque el resto está construido, urbanizado o urbanizable o protegido por su legislación específica.

No es necesario ser un experto en planos o fotos aéreas. Con algunos conocimientos muy elementales se da uno cuenta de la gilipollez provocada por el desconocimiento y la incompetencia de quien o quienes hayan propiciado y apoyado tamaña estulticia.

Veamos a través de un recorrido por el Mar Menor partiendo del Molino de Quintín. Tenemos Lo Pagán y Santiago de la Ribera, donde todo está edificado y no hay cultivo alguno; a continuación, la Academia General del Aire y el Aeropuerto de San Javier, zona militar; antiguas salinas de Los Narejos, espacio protegido; después las áreas edificadas y urbanizadas de Punta Calera, Los Narejos y Los Alcázares, Base Aérea militar y el Espacio Natural Protegido de El Carmolí, donde tampoco hay cultivos agrícolas; a continuación, las urbanizaciones de El Carmolí, Los Urrutias, Punta Brava y Estrella de Mar, también edificadas, hasta llegar al espacio natural protegido, en parte, del saladar de Lo Poyo y el suelo urbanizable reclasificado de Novo Carthago y Lo Poyo, donde en los primeros 500 metros no hay cultivos ni se les espera.

Solo se observan zonas cultivadas en los primeros 500 metros en áreas comprendidas entre Los Nietos, Mar de Cristal, Camping Caravaning y Playa Honda, que representan apenas un 3% del perímetro del Mar Menor y cuya afectación por el decreto ley sería meramente testimonial, porque se trata de pequeñas extensiones pertenecientes a fincas mayores, precisamente de regadíos supuestamente ilegales, que podrían seguir contaminando. Además, han sido denunciados sus propietarios por los vecinos y la Fiscalía de Medio Ambiente y Delitos Ecológicos por mala praxis agrícola, al favorecer las escorrentías hacía el mar con graves perjuicios para las urbanizaciones colindantes y el Mar Menor cuando se producen lluvias copiosas.

En el resto de la ribera hasta cerrar el perímetro del Mar Menor no existen áreas de cultivo por tratarse de terrenos urbanizados, edificados o especialmente protegidos: Playa Paraíso, Salinas de Marchamalo, El Vivero (otro que tal baila) y La Manga hasta Las Encañizadas y Salinas de San Pedro.

En resumen, que en los primeros quinientos metros, donde el decreto ley pretende establecer controles en los abonos y demás productos químicos, apenas existen áreas de cultivo y nunca mejor dicho se trataría de un brindis al sol. Señores proponentes, consejero incluido, no insulten la inteligencia de los murcianos y demás defensores del Mar Menor, no nos tomen por tontos una vez más y, por favor, Sr. consejero, contradiga todo lo aquí expuesto, presentando a la opinión pública los estudios e informes que avalaron la propuesta del decreto ley. Quinientos metros no es nada, ya lo decía el viejo tango.

Fuente: laverdad.es/Carlos F. Iracheta