Mi querido Mar Menor:

Te escribo la presente, dada la situación tan crítica por la que atraviesas: destrozado y a su vez olvidado por todos.

Nací en tus costas, junto a tus playas he crecido y a tu lado sigo viviendo. Te reconozco que ha habido periodos de mi vida que he asado lejos de ti, pero tu recuerdo y tu añoranza me acompañaron. Contemplar el amanecer desde tus costas observar los colores que desprende el sol en tu superficie, sentir los olores que el viento de levante trae a la playa y a todo el entrono, brea, salitre…

Desde hace unos tu estado es de máxima debilidad, no has podido aguantar la avaricia humana, que te olvido y te consideró inmortal.

Empezando por la industria minera y sus vertidos de metales pesados, especialmente en tu zona sur. La avaricia de la especulación inmobiliaria, con sus urbanizaciones que seguían vertiendo aguas residuales sobre ti y para las que se abolió la ley de la administración autonómica, allá por 1995. Demasiados años desde entonces para tenerte sin protección de quienes miraban para otro lado en su ansia por tener más ingresos, más dinero, sin pensar nunca en tu estabilidad ni en tu futuro, que es el futuro de la zona y si me apuras de la región. Y últimamente la especulación agrícola, con sus grandes espacios roturados junto a tu litoral, con los vertidos de nitratos y sulfatos, que son necesarios para obtener más cosechas en un año y que han convertido tus aguas en una sopa verde por la interacción de los fertilizantes en la flora de tu interior.

Sí, Mar Menor. Has sido victima de la avaricia humana y te encuentras olvidado por todos.

El problema más acuciante ahora te lo provoca la agricultura y sus vertidos, pero lamentablemente son grandes empresas de las que las administraciones públicas no se quieren desprender, con lo que sólo hacen poner parches al problema, mientras los vertidos continúan y te debilitas cada vez más. Todos echan balones fuera. Todos culpan a los demás por tu situación, pero los verdaderos culpables, aquellos que abolieron la ley que te prodigaba algo de protección y respeto, tal vez por no reconocer su propia culpa, siguen olvidándote y buscando excusas para no enfrentarse a sus amigos empresarios.

Quiero despedirme de ti, diciéndote que te seguiré amando, que seguiré mirándote con embeleso y que lucharé, como tantos luchamos por ti, por tu conservación, por tu futuro y tu bienestar ecológico, porque digan lo que digan sigues siendo necesario para muchas familias, para toda la región y para España.

Resiste, Mar Menor, nací y he vivido junto a ti y me gustaría morir a tu lado con tu futuro esplendoroso.

Estamos contigo.

Antonio F. Samper

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